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“Jamás pensé ser ministro de Educación”

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 21 diciembre, 2013


La educación debe ayudar a los niños a ser lo que quieran ser, no imponerlo, indicó Leonardo Garnier, ministro de Educación.


Leonardo Garnier

“Jamás pensé ser ministro de Educación”

Sus malas experiencias como alumno lo llevaron a buscar cambios en la educación

Su cabello largo lo hizo un ministro popular entre los colegiales, quienes vieron en esa característica física una similitud a los gustos de los jóvenes.
El abuso que vivió de niño como víctima del bullying, motivó su lucha desde su ministerio para erradicar la violencia entre los alumnos, pues conoce por experiencia el daño que puede causar.

La vida se trata de esforzarse y de disfrutarla, eso es el éxito, explicó Leonardo Garnier, ministro de Educación.

Don Leo, como lo llaman de cariño, es uno de los pocos ministros que han cumplido su papel en dos administraciones consecutivas en la misma silla.
Con aciertos y errores, espera haber sido un modelo a seguir y que sus reformas den paso a un nuevo modelo de educación, en el que el estudiante sea la prioridad.

¿Cómo era de estudiante?
Entré de seis años a la escuela La Salle, mi papá me enseñó a leer, por lo que iba adelantado al resto de la clase, me gustaba mucho leer y era el clásico “nerdo”.

¿Fue víctima del acoso escolar?
En aquella época no le tenían nombre a eso, pero algunos se burlaban porque era más pequeño y tenía muchas pecas, a veces hasta me golpeaban.

¿Qué tipo de ofensas le decían?
Me decían “Bananito”, probablemente quienes lo usaban pensaban que era gracioso, pero a mí me molestaba mucho. A la salida del bus, se armaban grupos de agresores, solo esperaba que no la agarraran conmigo y me pegaran.

¿Mientras estudiaba en la universidad ingresó a la docencia?
Entré a la universidad con la idea de ser administrador de negocios, pero terminé estudiando economía. Teníamos un grupo de estudio con varias disciplinas, a raíz de eso un profesor me puso a dar clases de generales en la UCR en mi tercer año de universidad.

¿Cómo entró a la política?
Siempre fui de ideales más izquierdistas, pero Ottón Solís, de quien era asesor y amigo, me dijo que fuera a un congreso del PLN y a partir de ahí empecé a trabajar para el partido. En el gobierno de José María Figueres, en 1994, fui ministro de Planificación.

¿Cuáles fueron sus temores frente al Ministerio?
Me daba miedo que las ideas no llegaran a las aulas, porque el Ministerio es muy difícil de manejar, son miles de personas y hay muchas jerarquías internas, así que a veces hay buenas ideas, pero las trabas impiden que lleguen a los estudiantes.

¿En algún momento pensó en renunciar a su puesto?
Sí, cuando me acusaron de corrupción en 2012 con el proyecto de ética, estética y ciudadanía. Fue muy duro para mi familia, sentía cómo venían por mi cabeza, ahí pensé en renunciar porque creía que era lo mejor para no hacerle daño al Gobierno.

¿Qué fue lo más duro de esa etapa?
Ver mi cara en el televisor con esos rótulos que decían corrupción, pagos millonarios y cosas que no eran ciertas, además de ver “amigos” que me señalaron como corrupto y se rasgaron las vestiduras sin saber qué era lo que pasaba.

¿Es conocido como el ministro mechudo?
Le dieron más importancia de lo que jamás me pude imaginar, recuerdo que un periodista me preguntó que si me iba a cortar el pelo porque a los estudiantes los obligaban a eso, a raíz de ahí se generó ese impacto.

¿El cabello largo lo acercó a los estudiantes?
Generó una simpatía y complicidad con los alumnos, incluso recuerdo que una vez un estudiante me pidió que le firmara una foto, la cual tenía escrito “andar el pelo largo no es un delito”.

¿Qué consejo le gusta dar a los jóvenes?
Recuerdo una entrevista que le hicieron a Ronaldinho, el periodista le dijo: “Usted tiene un gran talento”, él le dice: “No es talento es trabajo, porque entreno mucho, cuando me sale mal una jugada veo la grabación hasta entender por qué lo hice mal”. Eso les cuento a los estudiantes, pues se aplica al estudio y a la vida.

¿Tiene sueños frustrados?
Siempre amé el arte, por ahí de los 40 años quería retomar esa parte de mi vida, pero ya no estaba para empezar a aprender instrumentos, así que aproveché mi pasión por la literatura, así que he escrito varios cuentos y un par de libros.

¿Cumplió sus metas como ministro?
Ahora pienso que la vida me trajo al Ministerio, para que los colegios no hicieran sentir a los jóvenes las cosas que sentí como estudiante, la agresión, por ejemplo.

¿Aceptaría de nuevo ser ministro de Educación si se lo ofrecen?
Uno solo cruza el puente cuando llega al río, así que solo si llega el momento pues tomaría una decisión, pero ha sido un ciclo muy bonito y la vida tiene que continuar para mí.

Angie Calvo
acalvo@larepublica.net
@La_Republica







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