Invaden el espacio del tren
| Viernes 24 febrero, 2012
Invaden el espacio del tren
En estos días, el tren que transitaba de Oeste a Este por San José, en la Sabana, tuvo que frenar de emergencia porque una señorita que escuchaba música a todo volumen, lo obligó a tomar la medida cuando invadió el espacio y no escuchó el pito. Tomar esta decisión fue de riesgo para el conductor. Por fortuna, el tren venía despacio hacia la estación cerca del Estadio Nacional. Pitaba seguidamente, antes de contactar con la joven a quien golpeó sin consecuencias.
La joven aturdida y distraída, no pudo mirar que la mole de hierro, de toneladas de peso, se le acercaba, sucediendo un milagro, si tomamos en cuenta que este tren arrastraba no menos de 12 vagones con 50 pasajeros cada uno, significando un peso enorme y siendo más difícil el frenado de emergencia. Hace unos días, aquí mismo, a la altura del Tennis Club, el tren le amputó las dos piernas a otro joven, quien también venía escuchando música con sus auriculares puestos.
Es lamentable que sucedan estas cosas en un país donde la circulación de trenes es a todas horas del día y en el Atlántico también en la noche. Se tendrán que reforzar más los programas de educación vial y solicitarles a los peatones, conductores de automóviles y buses de pasajeros mayor atención con el tren, tomando en cuenta que ellos transitan por una vía exclusiva, donde los vehículos o personas que pretendan atravesar la vía férrea, al ingresar a su espacio propio, deben hacerlo con suma precaución, prudencia y atención.
El tren no puede frenar como lo hace un automóvil debido a su peso y de acuerdo con la velocidad, si frena bruscamente, se podría descarrilar ocasionando una tragedia. Recuerdo que siendo yo médico en Limón, en 1966 atendí en el Hospital Tony Facio de esa provincia del Atlántico, a un hombre al que el tren le amputó sus dos extremidades. Medio consciente, no acataba que había perdido sus dos extremidades inferiores: pobre hombre, que mientras le atendíamos, pidió que le hiciéramos el favor de darle los zapatos para marcharse a su casa. Creí que conforme avanzaban los años, la cultura vial y ferroviaria sería mejor en nuestro país y casos como este, no los volveríamos a ver pero, ahora estamos en el año 2012, en el siglo XXI y tristemente, debo reconocer que no hemos mejorado.
Si la vía férrea está en buen estado y existe señalización vertical y horizontal, no se puede culpar a los conductores del tren de los accidentes que se comenten imprudentemente los peatones y choferes excepto que el conductor del tren omita por olvido el uso del pito y la luz potente de la máquina.
Recordemos que a inicios del siglo pasado tuvimos una catástrofe con el tren en el Puente de Río Virilla, declarada por muchos años como la más grande del mundo, donde perdieron la vida más de 300 personas. Eso obligó, en aquel entonces, a tomar estrictas medidas de seguridad y por muchos años los accidentes disminuyeron notablemente. ¿Será acaso que ahora, la distracción de los celulares y el exagerado sonido de la música de los auriculares, nos estén pasando una nueva factura? Si así fuera, ahora con mucho más recursos, el INCOFER está obligado a emprender una lucha que permite educar al pueblo con una campaña de sensibilización.
Eliseo Valverde Monge
Médico
En estos días, el tren que transitaba de Oeste a Este por San José, en la Sabana, tuvo que frenar de emergencia porque una señorita que escuchaba música a todo volumen, lo obligó a tomar la medida cuando invadió el espacio y no escuchó el pito. Tomar esta decisión fue de riesgo para el conductor. Por fortuna, el tren venía despacio hacia la estación cerca del Estadio Nacional. Pitaba seguidamente, antes de contactar con la joven a quien golpeó sin consecuencias.
La joven aturdida y distraída, no pudo mirar que la mole de hierro, de toneladas de peso, se le acercaba, sucediendo un milagro, si tomamos en cuenta que este tren arrastraba no menos de 12 vagones con 50 pasajeros cada uno, significando un peso enorme y siendo más difícil el frenado de emergencia. Hace unos días, aquí mismo, a la altura del Tennis Club, el tren le amputó las dos piernas a otro joven, quien también venía escuchando música con sus auriculares puestos.
Es lamentable que sucedan estas cosas en un país donde la circulación de trenes es a todas horas del día y en el Atlántico también en la noche. Se tendrán que reforzar más los programas de educación vial y solicitarles a los peatones, conductores de automóviles y buses de pasajeros mayor atención con el tren, tomando en cuenta que ellos transitan por una vía exclusiva, donde los vehículos o personas que pretendan atravesar la vía férrea, al ingresar a su espacio propio, deben hacerlo con suma precaución, prudencia y atención.
El tren no puede frenar como lo hace un automóvil debido a su peso y de acuerdo con la velocidad, si frena bruscamente, se podría descarrilar ocasionando una tragedia. Recuerdo que siendo yo médico en Limón, en 1966 atendí en el Hospital Tony Facio de esa provincia del Atlántico, a un hombre al que el tren le amputó sus dos extremidades. Medio consciente, no acataba que había perdido sus dos extremidades inferiores: pobre hombre, que mientras le atendíamos, pidió que le hiciéramos el favor de darle los zapatos para marcharse a su casa. Creí que conforme avanzaban los años, la cultura vial y ferroviaria sería mejor en nuestro país y casos como este, no los volveríamos a ver pero, ahora estamos en el año 2012, en el siglo XXI y tristemente, debo reconocer que no hemos mejorado.
Si la vía férrea está en buen estado y existe señalización vertical y horizontal, no se puede culpar a los conductores del tren de los accidentes que se comenten imprudentemente los peatones y choferes excepto que el conductor del tren omita por olvido el uso del pito y la luz potente de la máquina.
Recordemos que a inicios del siglo pasado tuvimos una catástrofe con el tren en el Puente de Río Virilla, declarada por muchos años como la más grande del mundo, donde perdieron la vida más de 300 personas. Eso obligó, en aquel entonces, a tomar estrictas medidas de seguridad y por muchos años los accidentes disminuyeron notablemente. ¿Será acaso que ahora, la distracción de los celulares y el exagerado sonido de la música de los auriculares, nos estén pasando una nueva factura? Si así fuera, ahora con mucho más recursos, el INCOFER está obligado a emprender una lucha que permite educar al pueblo con una campaña de sensibilización.
Eliseo Valverde Monge
Médico