Inmersión cultural
| Jueves 22 mayo, 2008
Inmersión cultural
• Al igual que la protagonista, el espectador se deja transportar a un mundo desconocido y fascinante
Transylvania
(Transylvania)
Dirección: Tony Gatlif. Reparto: Asia Argento, Birol Unel, Amira Casar, Alexandra Beaujard. Duración: 1.43. Origen: Francia 2006. Calificación: 7.
Las películas de Tony Gatlif gozan de una vitalidad extraordinaria. Este talentoso artista franco-argelino es un cineasta independiente, en el más puro sentido de la palabra. Trabaja en absoluta libertad, plasmando inquietudes y sentimientos personales en títulos extravagantes, que no se dejan encasillar.
El suyo es un cine instintivo, temperamental, que deja un recuerdo imborrable. Quienes hayan observado “Vengo” (2000), jamás podrán olvidar aquella historia arrolladora, mezcla inusual de venganza, honor y flamenco.
Tras la excelente “Exilios” (2004), que le valió el premio a la mejor dirección en el Festival de Cannes, Gatlif presenta otra propuesta orgullosamente anticonformista. He aquí una auténtica alternativa a los cánones productivos de las industrias fílmicas, dentro y fuera de Hollywood.
“Transylvania” ofrece una saludable inmersión cultural: al igual que la protagonista, el espectador se deja transportar a un mundo desconocido y fascinante, el cual está por desaparecer.
En la imaginación popular, el nombre de Transylvania evoca siniestros cuentos de vampiros. En realidad, se trata de una curiosa región multiétnica, donde confluyen tradiciones húngaras, rumanas y gitanas. Aquí llega Zingarina, una joven italiana con pocas semanas de embarazo. Ella busca al padre de su criatura, un músico rumano quien regresó a su pueblo natal.
Las vivencias de Zingarina, incluyendo su encuentro con un nómada solitario, llevan a la mujer a librarse de su identidad, para abrazar la idiosincrasia gitana. En este proceso de emancipación, la música juega un papel determinante.
Un estilo visceral, que borra los límites entre ficción y documental, reproduce los contagiosos ritmos folclóricos que se escuchan en las cantinas y en las calles. Las partes donde las melodías predominan, son tan irresistibles, que la cinta tiende a desmoronarse en las demás escenas. La música representa un elemento benéfico, generador de vida. No por casualidad, cuando Zingarina se hunde en la desesperación, su dolor es acompañado por un escalofriante silencio.
La actuación de Asia Argento está marcada por altibajos desconcertantes. Por ratos, ella demuestra un desinterés absoluto, pero a veces adquiere una vibrante intensidad y luce totalmente compenetrada en su rol.
No tan entusiasmante como otras obras de su autor, “Transylvania” alterna poesía y desaliño, momentos de gran inspiración y graves caídas de tono, abismos de tragedia y explosiones de alegría. Aun con todas sus irregularidades, proporciona una experiencia diferente y valiosa.
• Al igual que la protagonista, el espectador se deja transportar a un mundo desconocido y fascinante
Transylvania
(Transylvania)
Dirección: Tony Gatlif. Reparto: Asia Argento, Birol Unel, Amira Casar, Alexandra Beaujard. Duración: 1.43. Origen: Francia 2006. Calificación: 7.
Las películas de Tony Gatlif gozan de una vitalidad extraordinaria. Este talentoso artista franco-argelino es un cineasta independiente, en el más puro sentido de la palabra. Trabaja en absoluta libertad, plasmando inquietudes y sentimientos personales en títulos extravagantes, que no se dejan encasillar.
El suyo es un cine instintivo, temperamental, que deja un recuerdo imborrable. Quienes hayan observado “Vengo” (2000), jamás podrán olvidar aquella historia arrolladora, mezcla inusual de venganza, honor y flamenco.
Tras la excelente “Exilios” (2004), que le valió el premio a la mejor dirección en el Festival de Cannes, Gatlif presenta otra propuesta orgullosamente anticonformista. He aquí una auténtica alternativa a los cánones productivos de las industrias fílmicas, dentro y fuera de Hollywood.
“Transylvania” ofrece una saludable inmersión cultural: al igual que la protagonista, el espectador se deja transportar a un mundo desconocido y fascinante, el cual está por desaparecer.
En la imaginación popular, el nombre de Transylvania evoca siniestros cuentos de vampiros. En realidad, se trata de una curiosa región multiétnica, donde confluyen tradiciones húngaras, rumanas y gitanas. Aquí llega Zingarina, una joven italiana con pocas semanas de embarazo. Ella busca al padre de su criatura, un músico rumano quien regresó a su pueblo natal.
Las vivencias de Zingarina, incluyendo su encuentro con un nómada solitario, llevan a la mujer a librarse de su identidad, para abrazar la idiosincrasia gitana. En este proceso de emancipación, la música juega un papel determinante.
Un estilo visceral, que borra los límites entre ficción y documental, reproduce los contagiosos ritmos folclóricos que se escuchan en las cantinas y en las calles. Las partes donde las melodías predominan, son tan irresistibles, que la cinta tiende a desmoronarse en las demás escenas. La música representa un elemento benéfico, generador de vida. No por casualidad, cuando Zingarina se hunde en la desesperación, su dolor es acompañado por un escalofriante silencio.
La actuación de Asia Argento está marcada por altibajos desconcertantes. Por ratos, ella demuestra un desinterés absoluto, pero a veces adquiere una vibrante intensidad y luce totalmente compenetrada en su rol.
No tan entusiasmante como otras obras de su autor, “Transylvania” alterna poesía y desaliño, momentos de gran inspiración y graves caídas de tono, abismos de tragedia y explosiones de alegría. Aun con todas sus irregularidades, proporciona una experiencia diferente y valiosa.