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In Memorian, José Francisco Aguilar Sánchez

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 05 septiembre, 2018


Pizarrón

In Memorian,

José Francisco Aguilar Sánchez

No sé desde hace cuánto tiempo le conocí. Confieso que no fue hace muchos años. Lo que sí sé es que cuando le conocí me produjo la sensación de que nos conocíamos de toda la vida.

Le conocí vinculado al Club Unión, a ese Club que clásicamente se vinculaba a la gran oligarquía de Costa Rica, al Club donde se decía que se decidía en una mesa quién sería Presidente de Costa Rica… en añejas elecciones.

Era el Club que en fama era muy exclusivo, que en una época, como otros clubes sociales del país, no admitían socios que no fueran blancos…y que no estuvieran cargados de dinero…

Esta situación de exclusión de negros se dio también en algunos de los nuevos residenciales, tipo condominios, que empezaban a inicios de la década de 1970 donde ofrecían lotes y terrenos garantizando que ahí no habría negros…

No sé si coincidió en este Club Unión, como me parece, por lo que oí, en su oportunidad, lo que me dijeron que sí sucedió en el Costa Rica Country Club, que el primer negro que entró caminando por la alfombra roja, fue aquel primer Embajador norteamericano, que vivía frente al Country Club, y que en dos ocasiones le salieron o le sacaron las bolitas, en Junta Directiva, que impedían su ingreso, Terence Todmann, si no recuerdo mal su nombre, negro él, pero… Embajador de Estados Unidos… a quien era muy difícil mantenerle un feo, y una exclusión de ingreso a ese Club y sus canchas de golf… donde se juega con palos y bolitas… y Todmann supo jugar a las blancas…

Probablemente torcieron algunos brazos y palancas en la Embajada americana, en aquellos tiempos, y hasta fregaron con las visas, para que las bolitas finalmente en resultado aceptaran que entrara a ese recinto un negro… como persona distinguida… como socio o invitado especial… Esto que puede ser una leyenda no lo oí del Club Unión, con este Embajador.

Pasaban los años, y el Club Unión me resultaba siempre un sitio emblemático en el centro de la capital, al frente del Edificio Central de Correos y, en su medio, el histórico Monumento a nuestro Prócer Nacional, Juan Rafael Mora Porras, Gran Estratega Político y Gran Conductor del Ejército Nacional Libertador, en su lucha contra los filibusteros norteamericanos en 1856 y 1857, Benemérito de la Patria y Héroe Nacional, cuya figura, que está ahí, curiosamente, la da la espalda al Club Unión…quizá para rechazar, en ese gesto monumental, a quienes oligárquicamente representaban, en sus descendientes, a los que se comprometieron con su horrendo crimen y asesinato de Estado de 1860… tal vez miembros de este Club.

Este sitio, el Monumento al presidente Mora, que, en diversas ocasiones fue escenario de llegada de manifestaciones estudiantiles, y populares, a finales de la década del 60 y principios de la década del 70… no recuerdo, que con ocasión de las mismas, se hiciera alguna alusión a lo que significaba, o se decía que significaba, y se le atribuía, desde el punto de vista del capital y del poder político al Club Unión.

Entré por primera vez al Club Unión, invitado por un pariente que era socio, a comer allí. Confieso que en aquel momento me impresionó el Club en su estructura, sus escalinatas, su sobriedad interior, su particular belleza y encanto, su buena comida.

Como en algunos clubes de estos hay reglas de vestimenta para ingresar a sus instalaciones y comedores, que había que cumplir. Hoy existen para ciertas áreas del Club, pero hay más flexibilidad.

Para mí pasaron muchos años sin ingresar al Club Unión. Volví al Club, tiempo después, de nuevo invitado por mi pariente, y encontré remozamiento en su interior. El Club había sido atendido arquitectónicamente por diversas razones… pero seguía siendo el Gran Club Unión, un signo, un emblema y un sello de gran distinción en la capital.

Volvieron a pasar unos años y asistí al Club Unión a actividades, cada vez más “abiertas”, para personas que entiendo no eran socias, que alquilaban sus instalaciones… hasta que el Club se tiró, como quien dice, a la calle… con ese Café al frente del Club, y más cerca de Juan Rafael Mora Porras, abierto hoy totalmente al público que por allí transita, incluso para entrar a almorzar al edificio principal si se quiere.

Este cambio del Club es obvio que pertenece a decisiones de su Junta Directiva y sus socios actuales. Pero, en alguna ocasión me dijeron, que en ello había pesado mucho un señor, que luego llegué a conocer, alajuelense de corazón y de vida, a quien le llegué a tener gran estima, aprecio y amistad de calidad por el poco tiempo que realmente la cultivamos, en estos últimos años, quien fue su presidente, el ingeniero químico José Francisco Aguilar Sánchez, quien acaba de fallecer acariciando los 90 años, y que hace pocos días, había perdido a su entrañable compañera y esposa.

José Francisco, don Pepe, como cariñosamente le decían, y le decíamos, quienes logramos disfrutar de su afecto, su amistad y su calor humano, que lo irradiaba con una gran sonrisota, y gestos naturales de amistad natural, que le brotaban de manera muy sincera… que ni siquiera significaban, que en la sencillez de su trato, se estuviera al frente ¡nada menos! que del presidente del Club Unión, que se podría imaginar diferente.

Así recordaré a don Pepe, sencillo, afable, simpático, nada petulante ni con los humos arriba por su cargo, buen conversador, de amplia cultura, de finos y educados modales, prudente y cuidadoso en sus juicios pero con bisturí en la lengua, siempre de traje, con buen gusto en su vestir, interesado de todos los temas… los políticos, los económicos, los sociales, los cotidianos, los grandes y pequeños, los nacionales y los internacionales, los celestiales y los mundanos… De él disfruté sus intensos ratos de conversación deliciosa y amena.

Conocedor de la Historia nacional, de la Historia chica y de la Historia Grande, como si la hubiera vivido en sus entrañas, de las actividades productivas a las que estuvo ligado como cafetalero, banquero y a la vida académica, donde una parte de su vida la ligó a la enseñanza secundaria, en el Instituto de Alajuela, y en la Universidad de Costa Rica, a la carrera de ingeniería química y a la gestación del Colegio Federado de Químicos e Ingenieros Químicos, donde también ejerció la presidencia de esta corporación profesional, ganándose el nombramiento de Miembro Emérito de este Colegio, y el reconocimiento de Profesional Distinguido del año 2012.

Su presencia la recordarán empresas privadas y públicas como Kativo, Atlas Eléctrica, Central Azucarera del Tempisque, Recope, Fertica, Codesa, la Junta Directiva del Banco de Crédito Agrícola de Alajuela, y empresas extranjeras como Esso Estándar Oil, Exxon y Shell. Fue consultor de organismos internacionales, como la ONU. En Estados Unidos fue objeto de reconocimiento por los estados de Atlanta y Alabama donde le nominaron como Ciudadano Distinguido.

Con gran filosofía social se interesó y apoyó proyectos e instituciones como el Hogar de Ancianos Santiago Crespo, las Obras del Espíritu Santo, la Asociación de Ayuda a los Niños con Síndrome de Down y el Club Rotario de San José.

En la política fue regidor en el Concejo de Alajuela y, en la última campaña electoral, aspiró a una diputación, siendo con el escritor José León Sánchez, los dos candidatos de más años en esta justa electoral.

En esta última lucha electoral estuvimos de cerca, no porque yo le apoyara en su candidatura, sino porque le abrí espacios de participación radial y entrevistas, que disfrutaba mucho, y estaba pendiente de cualquier oportunidad que en este campo se le ofreciera para tratar temas de la campaña y hacer sus propuestas políticas.

El Club Unión, bajo su honrosa presidencia, estableció una vitrina de agitación del pensamiento, de opinión política y de hacer Política, desde la radio y la televisión, en forma directa, con los programas que desde allí transmite Claudio Alpízar, actividades a las que don Pepe inmediatamente se le ligaba durante los ratos de transmisión o grabación, compartiendo, con los invitados de Claudio, en los ratos fuera del programa. También el Club Unión lo facilitó para programas de Canal 13, de diálogo, análisis y de pensamiento político. En estas andanzas pude tratarlo más de cerca.

La sorpresa personal me la dio un día cuando me invitó a la Junta Directiva para que explicara mis puntos de vista sobre la realidad nacional que en ese momento se estaba viviendo.

Y, si de apertura se trataba, el Club Unión se abrió de manera permanente, de casi obligadas recepciones y reuniones, presentaciones de trabajos y conferencias, incorporaciones de miembros de la Academia Morista Costarricense, de La Tertulia del 56, y de la Cenas Moristas que también allí se organizan, por quienes exaltan y cultivan la memoria y el pensamiento de nuestro Gran Presidente, Juan Rafael Mora Porras.

En un almuerzo invitado por Álvaro Fernández y con Fernando Durán, después de grabar “Así es la Cosa”, se nos presentó don Pepe a la mesa a sugerirnos comer palmito en vástago, que lo tenían fresquito. Aceptada la sugerencia nos llegó un Señor Palmito, de alrededor de 60 centímetros de largo o más, suavecito, delicioso, de chuparse los dedos. Excelente recomendación de entrada…

Ese es el don Pepe que con cariño recuerdo en este momento de dolor y pesar de su familia, de sus amigos y conocidos…A todos mi abrazo solidario en su recuerdo.

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