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Improvisación

| Martes 26 julio, 2011


Improvisación

Para nadie es un secreto que a la mayoría de los pretendientes a la Presidencia de la República lo único que les interesa es llegar a Zapote a como haya lugar. Unos más, otros menos, “dizque” se preparan para gobernar ya sea por antecedentes, méritos propios, influencias, revelación divina o sacrificio por el país… así lo dicen.
Lo que sí tienen todos en común es que la mayoría no tiene la menor idea de lo que el país necesita y para cumplir con este requisito mínimo, inventan, o les arman “un programa de gobierno” como credencial para salir del paso. Algo así como el Ministerio de Planificación que no opera debidamente de manera integral priorizada y obviamente solo se concentra en el sector económico.
Una vez en Zapote, que es lo más importante, con gran retórica y ceño fruncido, comienzan a dar palos de ciego y a apagar incendios conforme se van presentando estos sin ninguna prioridad preestablecida. Mientras tanto, los verdaderos problemas nacionales martirizan al gobernante de turno y estos siguen su camino dentro de la inercia burocrática que los caracteriza, pero sin ningún derrotero definido.
La Asamblea Legislativa, el trampolín por excelencia de los políticos y aspirantes a Zapote, hace lo propio para adquirir notoriedad indispensable en sus objetivos políticos y consume su tiempo en devaneos y frivolidades tales como el uso discrecional de los vehículos del gobierno (abuso común de los de gradería de sol nombrados por el ejecutivo o por las influencias de la misma Asamblea) las multas de tránsito, o en cualquier tema sin ninguna trascendencia importante para el país, en lugar de la infraestructura nacional, la inseguridad nacional, el sector social y la economía.
Todo este preámbulo nos lleva a meditar cómo lo hicieron algunos de nuestros antepasados para lograr objetivos tan trascendentales para Costa Rica como el ferrocarril interoceánico, la educación gratuita y obligatoria, las Garantías Sociales, o el Grupo de Estudio para Problemas Nacionales que, con el país como único objetivo, plasmó el derrotero que adoptó el gobierno de la Segunda República. Hitos de incuestionable importancia que se constituyeron en baluartes nacionales.
La respuesta es evidente, no fueron concebidos precisamente en campaña política por lo tanto no había aspiración política de por medio, tampoco eran miopes y Costa Rica era el objetivo principal.
Es importante hacer notar que este fenómeno no es solo de este gobierno, sino que”, después de que el programa elaborado por el Grupo de Estudio para Problemas Nacionales (concebido integralmente y en orden de prioridades) cumplió su cometido, no se ha hecho nada parecido a pesar de esfuerzos serios llevados a cabo como la publicación de “El Estado de la Nación “.
De tal forma que cualquier politólogo dirá con razón que quién mete a un arquitecto opinando sobre estos temas. La respuesta es muy sencilla, en primer lugar es simple y sencillamente sentido común y en segundo lugar, la logística que va implícita en la labor cotidiana de nuestra profesión que nos faculta a investigar, a analizar y a priorizar las condicionantes de cualquier problema para llegar a una solución lógica y sensata.

Manuel Gutiérrez R.
Decano Facultad de Arquitectura UACA





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