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Homenaje a “La Respuesta”

EFE | Lunes 03 marzo, 2014


Allen Iverson, uno de los más grandes de la NBA, fue inmortalizado por los Sixers. Jesse D. Garrabran-AFP/La República


Homenaje a “La Respuesta”

Este fin de semana el exbase de los Sixers, Allen Iverson, recibió merecido homenaje

Su número 3 será retirado de uso en Philadelphia

En la NBA, hacerse un nombre es sinónimo de excelencia, mantenerlo cuesta aún más, pero la grandeza se alcanza cuando se convierte en leyenda. Esto pasó este fin de semana cuando en el partido de los Philadelphia 76ers y los Washington Wizards en el medio tiempo se rindió un merecidísimo homenaje a uno de los mejores bases de la historia, Allen Iverson.
Conocido principalmente por el sobrenombre de “The Answer”, Iverson fue sin duda uno de los últimos iconos que vistieron este prestigioso uniforme y a partir de ahora su nombre, y su número estarán en lo más alto del Wells Fargo Center junto a nombres legendarios como Wilt Chamberlain, el “Dr. J” Julius Erving o el mismísimo “Sir” Charles Barkley.
Pero qué fue lo que Iverson hizo para convertirse en uno de los más grandes de todos los tiempos; pues casi de todo, y se dice casi porque le faltó lo que marca la leyenda, un anillo. Salvo el anillo de campeón, Iverson individualmente lo ganó todo: Novato del Año, MVP de la temporada regular, MVP del All-Star Game, y es uno de los jugadores con mejor promedio anotador de la historia.
Fue seleccionado como primera elección del Draft de la NBA en 1996 por los Sixers, siendo en ese entonces el primer elegido del Draft más pequeño de la historia con 1,83 cm, pero eso no impidió lograr 23,5 puntos, 7,5 asistencias y dos robos por juego en su año de rookie, lo que le valió ser el novato del año en la temporada 1996-1997.
En las siguientes temporadas, el nombre de Iverson tomaría fuerza en la liga, ya que para su tercer año en la NBA, en la temporada 1998-1999, lograría llevar a su equipo a los Playoffs por primera vez desde 1991, gracias a sus 26,8 puntos por juego siendo el máximo anotador en la liga y sexto con 2,29 robos por juego. Caerían en semifinales de conferencia ante Indiana.
En la siguiente temporada, no sería el máximo anotador de la liga, pero sus números se mantuvieron similares al año anterior con 28,4 puntos y 2,1 robos por partido en la temporada regular. Volvió con los Sixers a los Playoffs repitiendo el mismo escenario que el año anterior, siendo eliminados por los Pacers de Reggie Miller y compañía.
Pero la cúspide de su carrera la logró en 2000-2001 cuando finalmente llegó a ser el jugador más importante de la NBA, ya que mantuvo un promedio mayor a los 30 puntos por juego, 31,1 para ser exactos, 4,6 asistencias, 3,8 rebotes y 2,5 robos por juego, añadido a esos datos, ganó su primer MVP del All-Star Game.
Y eso no era todo, guio a Philadelphia a ser el mejor equipo de la Conferencia Este en cuanto a balance de victorias (56-26), y al final de la temporada regular se convirtió en el jugador más valioso de la liga, por encima de jugadores de la talla de Shaquille O’Neal, Kobe Bryant y Tim Duncan, entre otros.
En esa misma temporada, logró vencer a sus verdugos de los Indiana Pacers en primera ronda de los Playoffs, luego a los Toronto Raptors de Vince Carter y en la final del Este a los sorprendentes Milwaukee Bucks, para lograr su meta final, llegar a las finales de la NBA contra la dinastía de Los Ángeles Lakers, en la que una canasta de Robert Horry al final del 5to juego mató sus aspiraciones.
Luego de esto, vino una debacle de la cual, desgraciadamente el base no encontró su sobrenombre, una respuesta. Problemas con las lesiones, la inestabilidad que eso generaba en la estrella y la “mala costumbre” de no ser un hombre de banquillo, causaron su salida de Philadelphia, y el viaje a varios equipos como Denver o Detroit, incluso a la liga turca.
El ocaso llegó el 30 de octubre de 2013 cuando finalmente colgó las tenis luego de varios intentos fallidos para volver a la duela, la cual le deparó sus mayores éxitos como profesional, que se vieron recompensados este fin de semana cuando nadie más usará su ahora legendaria camisa número tres en Philadelphia.

Ricardo Mora
rmora@larepublica.net







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