¿Hombre o mujer?
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 17 junio, 2022
Sinceramente
El país está debatiendo y pensando en la escogencia del magistrado hombre o mujer que habrá de llenar una vacante en la Sala IV o Sala Constitucional.
Lo que el país necesita es nombrar al mejor magistrado que pueda y quiera aceptar el cargo. Más allá del género lo que Costa Rica demanda es al mejor individuo para ocupar un cargo de esta trascendencia.
Es claro que si existe igualdad de destrezas y capacidades entre hombre y mujer como el mejor candidato deberíamos escoger a la mujer para ir logrando la paridad de género tan conveniente en las sociedades civilizadas. Frente a un empate académico, de experiencia y de capacidad comprobada deberíamos buscar la muy conveniente y deseable paridad de género.
¿Por qué los nombramientos de los magistrados deben contar con la anuencia y recomendación de los magistrados ya nombrados? ¿Para ser magistrado es indispensable ser juez de la república o letrado y ser extraído de la misma Corte? ¿No es así como se forman las camarillas o círculos de poder dentro de ese Poder Judicial al nombrar gente de adentro recomendada por los de adentro? Criticamos que estos círculos sean juez y parte en sentencias como las de las pensiones de lujo, pero aceptamos las sustituciones de vacantes sin cuestionar las mismas, fortaleciendo una y otra vez los grupos internos. Es claro que los magistrados conocen bien los requerimientos personales y académicos para ejercer un cargo en la sala del caso, pero este modelo ha generado vicios que es menester eliminar.
Creo que Costa Rica debería volver sus ojos hacia un aspecto que se ha venido soslayando y es que hemos ido transformando en un asunto exclusivamente judicial el nombramiento de jueces y de magistrados dejando de lado el aspecto crucial que es nombrar competentes abogados litigantes en esos puestos, abogados externos al Poder Judicial para oxigenar la atmósfera de ese poder e ir rompiendo los círculos de influencia y poder que allí se han generado con el tiempo. ¿Por qué hemos aceptado que los círculos internos del Poder Judicial sean los que recomienden y nombren finalmente las vacantes? Así no se oxigena ni se renueva un poder de la república. Así estamos aparentemente perpetuando círculos constituidos de influencia y de ejercicio de poder.
Los magistrados recomiendan jueces o letrados para ocupar los cargos que serán llenados por nombramiento de la Asamblea Legislativa. Jueces recomiendan otros jueces o letrados en la Corte, los magistrados a su vez emiten la recomendación ante la Asamblea Legislativa y de esa manera la atmósfera se mantiene hermética a la influencia social y de la calle. Los problemas y aspiraciones de la calle no permean al Poder Judicial ya que la recomendación y el visto bueno de la Corte son decisivos en el nombramiento de los nuevos magistrados. Creo que esa faceta no ha sido debidamente abordada y es indispensable llevar gente externa y nueva con la perspectiva de lo que es el ejercicio liberal en las calles del país, de las dificultades de la justicia no pronta ni cumplida, de la mora judicial, de los juicios ordinarios de seis años y más de duración, de la teoría y la práctica, de la lucha y el privilegio. O renovamos la Corte o seguiremos arrastrando problemas ya detectados. Pareciera haber un cierto menosprecio para quienes son profesionales liberales y litigantes en el país.
Creo que se ha llegado el momento de oxigenar el Poder Judicial nombrando personas externas al mismo, donde los nombrados no sean solamente recomendados por el propio Poder Judicial. Con este sistema el nombramiento de magistrados recaería siempre y en última medida en personas internas al Poder Judicial o en personas de su conveniencia y eso todos sabemos que no es aconsejable para el país.
Así las cosas, rompamos los círculos de poder dentro de la Corte con nombramientos de excelentes magistrados provenientes de fuera de la Corte. Busquemos siempre la paridad de género. Busquemos nombrar el mejor candidato que nos renueve el Poder Judicial. Busquemos en consecuencia introducir catalizadores en la Corte que sirvan al propósito del país y no de los intereses de los círculos internos de esa institución. Por supuesto si ese nombramiento puede con ventaja para el país ser desempeñado por una dama y así servir a la necesidad de alcanzar paridad de género pues hagámoslo.
Pensemos siempre en Costa Rica y dejemos atrás los años en que el primer pensamiento era el interés del partido, del gremio, de la política y nombremos con entusiasmo a quien vaya a desempeñarse excelentemente por nuestra patria.
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