Higiene y manipulación
| Viernes 30 mayo, 2008
ESQUINA EPICUREA
Higiene y manipulación
El primer concepto que me viene a la mente —después de la debacle en materia de higiene y manipulación de alimentos y los casos más recientes de restaurantes en el medio— es sencillamente el de higiene mental, es decir la claridad mental, la limpieza de pensamientos y criterios que debe tener un propietario (sí… el propietario) y después el gerente o encargado de la operación diaria de un restaurante, para entender que la higiene física es consecuencia de la primera higiene, la mental.
Las bacterias y virus de la arrogancia y la irresponsabilidad están por doquier.
Qué vergüenza que se necesiten acontecimientos de este tipo para despertar al sector y poner ahora de linda moda lo que debió de estar en el ADN de una industria.
Somos, como decía un irreverente profesor de tercer año cuando se dirigía a nosotros y saludaba a sus alumnos al entrar a la clase: buenas tardes mis queridos “coprófagos”, y no fue hasta que consulté a los días al diccionario a buscar este rebuscado y según nosotros sofisticado término con el que nos adulaba… ¡no había tal!
En léxico vulgar ya se imaginaran lo que nos decía al darnos cuenta que el término quiere decir ¡animal que se alimenta de carroña y materia en descomposición! Pues lamento decir que muchos todavía lo somos y sin saberlo.
Las prácticas de higiene se aprenden en la casa, pero cuando hablamos de un establecimiento estos principios se quedan cortos, aunque la más básica de todas, la de lavarse las manos ¡estará siempre vigente en cualquier escenario!
Pero vamos a los métodos, al sistema, a las listas de verificación diaria, a las mejoras de la planta física, a las condiciones de los equipos.
A los chequeos sorpresa, a la inducción con cariño y conocimiento y a la aplicación de consecuencias si las personas no se ponen las pilas y ejecutan sin chistar lo solicitado.
Al restaurante que públicamente fue señalado, la pesadilla se le convierte en horror cuando ve que el Estado se dispone a demandar, como si no fuera poco el que lo cerraran, es decir, las consecuencias pueden ser definitivamente infinitas.
Pregunta: ¿es necesario llegar hasta aquí para que todo el mundo dimensione las consecuencias y tiemble? No debería ser así… la limpieza y buenas prácticas deben de ser permanentes.
¡Buen provecho y hasta la próxima semana!
Higiene y manipulación
El primer concepto que me viene a la mente —después de la debacle en materia de higiene y manipulación de alimentos y los casos más recientes de restaurantes en el medio— es sencillamente el de higiene mental, es decir la claridad mental, la limpieza de pensamientos y criterios que debe tener un propietario (sí… el propietario) y después el gerente o encargado de la operación diaria de un restaurante, para entender que la higiene física es consecuencia de la primera higiene, la mental.
Las bacterias y virus de la arrogancia y la irresponsabilidad están por doquier.
Qué vergüenza que se necesiten acontecimientos de este tipo para despertar al sector y poner ahora de linda moda lo que debió de estar en el ADN de una industria.
Somos, como decía un irreverente profesor de tercer año cuando se dirigía a nosotros y saludaba a sus alumnos al entrar a la clase: buenas tardes mis queridos “coprófagos”, y no fue hasta que consulté a los días al diccionario a buscar este rebuscado y según nosotros sofisticado término con el que nos adulaba… ¡no había tal!
En léxico vulgar ya se imaginaran lo que nos decía al darnos cuenta que el término quiere decir ¡animal que se alimenta de carroña y materia en descomposición! Pues lamento decir que muchos todavía lo somos y sin saberlo.
Las prácticas de higiene se aprenden en la casa, pero cuando hablamos de un establecimiento estos principios se quedan cortos, aunque la más básica de todas, la de lavarse las manos ¡estará siempre vigente en cualquier escenario!
Pero vamos a los métodos, al sistema, a las listas de verificación diaria, a las mejoras de la planta física, a las condiciones de los equipos.
A los chequeos sorpresa, a la inducción con cariño y conocimiento y a la aplicación de consecuencias si las personas no se ponen las pilas y ejecutan sin chistar lo solicitado.
Al restaurante que públicamente fue señalado, la pesadilla se le convierte en horror cuando ve que el Estado se dispone a demandar, como si no fuera poco el que lo cerraran, es decir, las consecuencias pueden ser definitivamente infinitas.
Pregunta: ¿es necesario llegar hasta aquí para que todo el mundo dimensione las consecuencias y tiemble? No debería ser así… la limpieza y buenas prácticas deben de ser permanentes.
¡Buen provecho y hasta la próxima semana!