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Viernes, 19 de abril de 2024



EDITORIAL


Hechos: la mejor propaganda

Deben las municipalidades destinar recursos a la seguridad y demostrar resultados, en alguna medida. Deben unir esfuerzos y coordinar con la Fuerza Pública nacional. La realidad obliga a real

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 28 septiembre, 2010


Editorial


Los candidatos a alcalde están recurriendo a todo tipo de cosas para obtener recursos económicos que les permitan financiar sus campañas políticas de cara a las elecciones municipales del próximo 5 de diciembre.

Desde cenas para recoger dinero hasta usar sus salarios o el patrimonio familiar son las alternativas a las que echan mano con tal de tener fondos para hacer campaña.

La situación se presenta porque si bien el Tribunal Supremo de Elecciones distribuirá unos ¢4,6 mil millones entre los partidos políticos que logren más del 4% de los votos, en cada uno de los cantones, este dinero llegará a las arcas de las agrupaciones después de las elecciones.

Esta quizás es una de las mejores oportunidades que las fuerzas políticas tienen de comprobar cuan importante es la labor desarrollada como carta de presentación de un candidato y herramienta para convencer al electorado de una comunidad.

Si bien es tradicional la apatía en Costa Rica por las elecciones cantonales, también es cierto que se ha notado un leve incremento en el interés de la gente por las figuras que se presentan como candidatos.

Pero no vemos ese interés como consecuencia de acciones propias de campaña de los aspirantes, sino porque los ciudadanos, agobiados por problemas sin resolver, ponen más atención hacia quienes deberían solucionarlos y agradecen cuando sus gobiernos locales han realizado buena labor en algún sentido.

No obstante, parecen haber desperdiciado un tiempo muy valioso alcaldes y concejales, al no haber desplegado sus mejores esfuerzos para atender la máxima preocupación de los ciudadanos de sus comunidades: la inseguridad. En este sentido, la realidad impone realizar esa tarea aunque antes no fuera de su responsabilidad.

Es lógico pensar que si alguno de ellos hubiera logrado una mejora visible en este sentido, probablemente no necesitaría casi recursos para atraer votantes. ¿Quién no votaría hoy por un aspirante o un partido que haya demostrado atender este problema con buenos resultados?

Sin embargo, pareciera que las prioridades de los alcaldes no coinciden tanto con las de la gente. Si bien atienden asuntos necesarios e importantes para sus comunidades —cuando lo hacen— la mayoría ha obviado la principal causa de agobio de su gente: robos, asaltos y violencia.










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