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Sábado, 20 de abril de 2024



EDITORIAL


Hay temor en la carretera

Desde el aspecto de las condiciones de la carretera, la gente que transita por la vía a Caldera necesita un servicio sin riesgos para su vida y sus vehículos

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 28 mayo, 2010


Editorial


Los desprendimientos de tierra y sobre todo de piedras de gran tamaño hicieron necesario el cierre temporal de la carretera a Caldera, a cuatro meses de inaugurada.

Frente a esta situación y ante la circunstancia de que uno de esos derrumbes ha producido ya la muerte de una persona y daños cuantiosos a vehículos, no puede menos que surgir la inquietud sobre las condiciones técnicas que fueron aceptadas como buenas antes de firmar el contrato que otorgaría a una concesionaria la construcción y posterior operación de la vía y sobre el actual control que hoy se ejerce sobre esta y los accidentes ocasionados por sus taludes.

No siendo especialistas en la materia los costarricenses nos preguntamos si lo correcto no hubiera sido que los cortes de taludes, donde estos fueron necesarios, tuvieran una inclinación y unas condiciones técnicas adecuadas de modo que no se produjeran derrumbes aun con las condiciones climáticas de este país.

Ya teníamos la experiencia de lo sucedido con la carretera a Limón, que sometió siempre a quienes la transitan a peligros y contratiempos. ¿Es válido seguir tropezando una y otra vez en la misma piedra?

Suena poco realista cuando se escucha decir que se recomienda prudencia y estar prevenidos a los conductores que deban circular por la carretera a Caldera, porque no se necesitan conocimientos especiales para saber que es imposible para alguien que circula por la vía en su carro saber cuándo y dónde podría desprenderse de repente una piedra de enorme tamaño que amenazaría su vida si le cae encima.

Es muy preocupante cuando se advierte que ante la muerte de una persona por un derrumbe en esa vía y ante el lógico temor de los costarricenses por tener que transitarla en medio de la inseguridad que ofrece, las respuestas sean que en el papel todo estuvo bien calculado. Si así fue, ¿por qué ocurren los accidentes? ¿Quién nos garantiza que no seguirán ocurriendo? ¿Qué cálculos se hicieron al instalar una malla que no protegió en nada ante la primera piedra de gran volumen que se derrumbó?

Sin duda, desde el aspecto de las condiciones de la carretera, la gente que transita por la vía a Caldera necesita un servicio sin riesgos para su vida, y sus posesiones, en este caso, sus vehículos. Y es comprensible que no pueda aceptar nada menos.










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