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“Hay que saber esperar la oportunidad”

Angie Calvo acalvo@larepublica.net | Sábado 07 diciembre, 2013


El boxeo es una carrera muy dura, es muy difícil porque tiene muchos sacrificios, explicó Bryan “Tiquito” Vásquez, boxeador profesional. Gerson Vargas/La República


Bryan “Tiquito” Vásquez

“Hay que saber esperar la oportunidad”

Salir de la pobreza fue la inspiración para convertirse en campeón mundial de boxeo

“Siempre llevo en mi corazón el lugar de donde vengo”




Jamás vio al boxeo como un sueño, pero ese deporte le dio la oportunidad de cambiar su vida y lograr ser alguien importante para su familia y su país.
El “Tiquito” creció en la pobreza extrema en las montañas de Escazú, recuerda que desde los siete años salía a ayudar a su abuelita en el trabajo para tener comida al final del día.
El campeón nacional de boxeo cuenta su historia para que sirva como ejemplo de que la pobreza, los problemas familiares y los sociales no son excusa para dejar de luchar.

La clave en la vida es esforzarse, siempre soñé con ser una mejor persona, indicó Bryan “Tiquito” Vásquez, boxeador profesional. Gerson Vargas/La República

¿Cómo llegó el boxeo a su vida?
Trabajaba para un amigo que jugaba tenis, él era boxeador nacional en ese tiempo, siempre me decía que lo acompañara a los entrenamientos, pero yo le decía que no. En una ocasión me dijo que me pagaba las horas de entrenamiento como si las trabajara y acepté.

¿Cómo fue el inicio?
Empecé a trabajar un miércoles y el sábado ya me pusieron a pelear, me enfrenté a personas que tenían años entrenando, así que me ganaron las primeras tres peleas.
Le dije a mi entrenador que no servía para eso, sentía que no calzaba.
Pero empecé a entrenar más por los siguientes ocho meses y logré un récord olímpico de 101 peleas, perdí siete y fui campeón nacional, este año campeón mundial en mi categoría.

¿Cómo lo influyó su situación familiar?
La mitad de mi familia fue drogadicta, algunos consumían crack, fui criado por mi abuela, pues mi mamá no estuvo conmigo, pero esas experiencias me hicieron querer algo mejor, ser alguien para mi país.

¿Cómo ayudaba a su abuela para sobrevivir?
Ella me recogió en el hospital y desde entonces fue quien vio por mí, a veces no teníamos qué comer, la vida ha sido muy difícil, nos botaron de la casa que alquilábamos, así que mi tío trabajaba en una huerta y yo iba a ayudarle para ganarme algo, me regalaban verduras y legumbres, no teníamos luz y una vez quería algo de comer, así que calenté un plato de lata con una candela.

¿Se arrepiente de no haber estudiado?
Sí, claro, hace unos años me daba pena dar un autógrafo por que no sabía si estaba escribiendo bien, por eso le insisto a los jóvenes sobre la importancia de educarse.

¿Quién lo ayudó en el camino?
En mi camino encontré un ángel que es Laura Ulloa, una persona que es como mi mamá, la conocí a los 15 años, ella me llevó por primera vez a un supermercado y a un restaurante de comida rápida, hasta esa edad me comí por primera vez una hamburguesa.

¿Cuáles experiencias recuerda de esa época?
Me daba vergüenza entrar a un supermercado grande y lujoso, porque cuando uno es pobre se dirige a la otra parte de la sociedad como “la gente de plata”, así que uno piensa que no debe entrar a esos lugares.

¿Cómo hizo para entrenar si no tenía dinero?
Mi entrenador o Laura me regalaban los pases del bus, pero recuerdo que pensé, son ¢1.200 al día, mejor se los doy a mi abuela, así que viajaba en bicicleta desde mi casa a las cuatro de la mañana para llegar a las seis al gimnasio en Plaza Víquez, y así ahorrarme ese dinero.

¿Consideró renunciar al deporte?

Cuando mi exentrenador se retiró, apenas estaba en ascenso y se me acabó el sueño de un momento para otro, así que empecé a trabajar dando clases en un gimnasio. Pero Ezequiel Obando me llamó para que trabajara entrenando a otros boxeadores, cuando llegué le pegué al competidor estrella del lugar, que era un mexicano, así que me dieron la oportunidad de seguir boxeando.

¿Qué tan fácil era renunciar en el trayecto?
Lo más fácil estaba a la vuelta de la esquina, irme a robar con mis amigos o ir a la esquina a consumir drogas, pero valía la pena luchar por algo mejor, porque veía a mi abuelita llorar mucho por sus hijos y la historia de mi familia.

¿Se considera un modelo a seguir?
Peleo para mi gente, las personas se me acercan y me dicen que están orgullosos de mí, que quieren lograr lo mismo, eso me motiva a seguir.

¿Cuáles características lo ayudan a lograr sus metas?
La inteligencia, la medida saludable de orgullo y que sé escuchar los buenos consejos y creo que mis raíces me dictaron hacia dónde ir.

¿Cómo asume la derrota?
Al principio era difícil porque odio perder, pero actualmente entiendo que eso me ayuda a mejorar, a saber en qué debo trabajar más, en algún momento gané por diez años consecutivos y me consideraba invencible, lo que fue un error.

Angie Calvo
acalvo@larepublica.net
@La_Republica







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