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Viernes, 26 de abril de 2024



EDITORIAL


Hay que sanar las heridas a la Tierra

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 24 abril, 2009


Editorial


Aunque celebramos innumerables cosas, con bombos y platillos, la fiesta más grande que debería mover el entusiasmo de todos suele pasar más bien inadvertida. Nos referimos al Día de la Tierra.

Desde hace 38 años, el 22 de abril es el día que debería estar repleto de festejos y grandes demostraciones de cuánto amamos y valoramos el hermoso planeta en que vivimos. No obstante son en general los llamados ambientalistas quienes se dedican sobre todo a difundir más en esta fecha los peligros que acechan al globo y que aumentan cada día por causa de la equivocada actividad humana.

La Tierra está llena de especies que viven de ella sin deteriorarla pero la humana, que evolucionó y adquirió una inteligencia superior, desarrolló un estilo de vida sin analizar las consecuencias que este tendría sobre el hogar de todos.

Es así como hoy existe gran contaminación, pérdida de biodiversidad, desertificación y cambio climático como graves problemas que han roto el equilibrio del planeta con riesgo para todas las especies que habitan su piel.

Hoy los científicos advierten no únicamente sobre el deshielo de los polos sino el de los glaciares y la Antártida, sustentados por la capa continental, cuyo volumen de hielo, si se derrite, aumentará el de los océanos con la consiguiente elevación del nivel del mar en todo el planeta.

Estas y otras consecuencias del cambio climático no son tomadas en serio por muchos aún. El recién pasado Día de la Tierra debería servir, al menos, para ampliar la conciencia sobre la necesidad de actuar en este momento, para modificar lo que hemos hecho mal, porque no disponemos ya de más tiempo. Hoy el Día de la Tierra es todos los días.

Grandes celebraciones deberían caracterizar la fecha, y cada día dedicar tiempo y espacios a que la especie humana comience desde la infancia a valorar el maravilloso planeta en que vivimos como lo más valioso que cuidar y proteger.

Cada persona desde su hogar, su empresa, su comunidad, tiene un papel que cumplir y más allá de las palabras deben ser las acciones las que empiecen a revertir el daño causado a nuestro hábitat.

De lo contrario, la Tierra se podría “sacudir” literalmente de todo lo que la afecta tanto y sobrevivir, curar sus heridas, pero ya sin nosotros.







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