¿Has explorado tu mina?
| Miércoles 05 septiembre, 2012
¿Has explorado tu mina?
Potosí, Bolivia. Trabajar una semana en un campamento minero a 4 mil metros sobre el nivel del mar y con temperaturas que por horas están bajo cero grados, permite extraer enseñanzas para organizaciones deportivas visionarias.
“Somos serios, cumplimos las reglas que tenemos, eso evita la ambigüedad. Por ejemplo, la seguridad nos es negociable, cada cual es vigilante de sí mismo y cuida a los demás”, explica un ejecutivo de recursos humanos. El entorno de trabajo denota un férreo acatamiento de las normas vigentes. Hay cero tolerancia hacia conductas que signifiquen riesgos imprudentes y esto crea un ambiente de rendición de cuentas y compañerismo, actitudes alejadas de la improvisación que carcome a algunas entidades.
Los comedores son comunitarios, en cualquier mesa coinciden personas de cualquier área o nivel de responsabilidad. Los mismos alimentos para todos, sin marcar estatus, hacen del comedor un símbolo del espíritu solidario de los mineros y de su convivencia natural como personas. El apego a la visión, misión y valores corporativos genera camaradería, confianza, y respeto a cada miembro.
El profesionalismo de clase mundial impone el reto de la flexibilidad para la constante innovación. Sin pasión por la empresa habría rechazo para aprender. “Tenemos personas de esta zona que ni siquiera sabían leer, pero hoy manejan con excelencia equipos de tecnología de punta”, expresa un superintendente. Esa pasión hace que los trabajadores vinculen su futuro con la minera a largo plazo, alineamiento que es un desafío por superar las ocurrencias en algunas entidades.
Los mineros son mentalmente fuertes para resistir 12 horas de trabajo durante siete o 14 días consecutivos; en este periodo la mayoría no ve a sus familias, pero luego retornan a sus hogares por una semana. La lejanía periódica de sus seres amados, el frío tan intenso y los efectos de la altura no les hacen mella porque tienen clara la razón superior por la que hacen su esfuerzo. Esta motivación por el futuro de su familia es un detonante de su energía para ver pequeño lo que en ciertas organizaciones se agiganta como excusa para no ser de nivel mundial.
Estas lecciones parecen sencillas, pero ¿cuántas personas tienen pendiente explorar su mina interior para encontrar el precioso metal de la solidaridad, la convivencia más allá de los roles, la productividad al máximo nivel, la superación individual y la pasión por la organización que dirigen?
German Retana
german.retana@incae.edu
Potosí, Bolivia. Trabajar una semana en un campamento minero a 4 mil metros sobre el nivel del mar y con temperaturas que por horas están bajo cero grados, permite extraer enseñanzas para organizaciones deportivas visionarias.
“Somos serios, cumplimos las reglas que tenemos, eso evita la ambigüedad. Por ejemplo, la seguridad nos es negociable, cada cual es vigilante de sí mismo y cuida a los demás”, explica un ejecutivo de recursos humanos. El entorno de trabajo denota un férreo acatamiento de las normas vigentes. Hay cero tolerancia hacia conductas que signifiquen riesgos imprudentes y esto crea un ambiente de rendición de cuentas y compañerismo, actitudes alejadas de la improvisación que carcome a algunas entidades.
Los comedores son comunitarios, en cualquier mesa coinciden personas de cualquier área o nivel de responsabilidad. Los mismos alimentos para todos, sin marcar estatus, hacen del comedor un símbolo del espíritu solidario de los mineros y de su convivencia natural como personas. El apego a la visión, misión y valores corporativos genera camaradería, confianza, y respeto a cada miembro.
El profesionalismo de clase mundial impone el reto de la flexibilidad para la constante innovación. Sin pasión por la empresa habría rechazo para aprender. “Tenemos personas de esta zona que ni siquiera sabían leer, pero hoy manejan con excelencia equipos de tecnología de punta”, expresa un superintendente. Esa pasión hace que los trabajadores vinculen su futuro con la minera a largo plazo, alineamiento que es un desafío por superar las ocurrencias en algunas entidades.
Los mineros son mentalmente fuertes para resistir 12 horas de trabajo durante siete o 14 días consecutivos; en este periodo la mayoría no ve a sus familias, pero luego retornan a sus hogares por una semana. La lejanía periódica de sus seres amados, el frío tan intenso y los efectos de la altura no les hacen mella porque tienen clara la razón superior por la que hacen su esfuerzo. Esta motivación por el futuro de su familia es un detonante de su energía para ver pequeño lo que en ciertas organizaciones se agiganta como excusa para no ser de nivel mundial.
Estas lecciones parecen sencillas, pero ¿cuántas personas tienen pendiente explorar su mina interior para encontrar el precioso metal de la solidaridad, la convivencia más allá de los roles, la productividad al máximo nivel, la superación individual y la pasión por la organización que dirigen?
German Retana
german.retana@incae.edu