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Hacer que una acción o un proyecto se active…

Bernal Fonseca bernal.fonseca@cercanos.net | Martes 20 junio, 2017


¿Cuántas veces nos hemos detenido a pensar en que cada momento vivido es realmente una experiencia capaz de impulsarnos a otro sitio que antes no esperábamos conocer?

Ese es el caminar de la juventud centroamericana hoy en día, que lucha por alcanzar nuevos objetivos en medio de un mundo donde las oportunidades existen y aunque podríamos creer que no las vemos o siquiera se escucha algo de ellas, estas están a la vuelta de una decisión, de un cambio de pensamiento o simplemente de una experiencia vivida.

Y es que así es como funciona un fenómeno al que llamaré “el arte de impulsalfabetizarme”, ese momento donde después de un impulso tomado para actuar puedo educarme hacia lo venidero.  El nacimiento de este concepto se da en una experiencia universitaria en lo más recóndito de nuestro bosque nuboso en Monteverde, allí pude llegar a la conclusión de que en 4.800 millones de años la única empresa que no ha caído en bancarrota es la naturaleza y que cada uno de los miembros de esta compañía impulsan al otro para cumplir su misión.

Pero si entonces en nuestro alrededor cada organismo cumple una función definida y sumado a ello generan un ambiente capaz de hacer que el otro avance, ¿cómo es que nosotros “homo sapiens” no actuamos de la misma forma?

La respuesta a esta cuestión puede estar en que cada organismo sabe cómo actuar con los de su especie, sabe cómo brindarle al otro lo que necesita para sobrevivir e inclusive sabe cuándo no debe acercarse a un depredador y es cauteloso. Parecerá rudimentario hacer esta similitud, pero hay algo que podría diferenciarnos radicalmente y es que tenemos la capacidad de tomar de ellos y su comportamiento las buenas prácticas que nos aseguren el crecimiento de nuestro paso por la historia.

Esa historia es la que puede modificarse por las acciones que ejecute en pro de un proyecto o meta a cumplir, que unida a las experiencias me arroje un modelo autodidacta de aprendizaje. Entonces habremos marcado la diferencia con respecto a nuestra fuente de aprendizaje y empezaremos a definirnos según nuestras decisiones para aprovechar o fabricarme las oportunidades de desarrollo.

Tener voz es un privilegio, una oportunidad que nos fabrica nuevas puertas hacia el crecimiento profesional, por eso es el momento de que cada joven se empodere de sus habilidades, sus experiencias, su conocimiento tanto propio como del medio para que luego se detenga a analizar que posterior al impulso tomado fue capaz de accionar un nuevo proceso de aprendizaje, el de "impulsalfabetizarse".






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