Grecia en caída libre: ¿Grexit? o ¿austeridad?
| Viernes 17 julio, 2015
Grecia en caída libre: ¿Grexit? o ¿austeridad?
“Estoy a favor de un gobierno que sea vigorosamente frugal y sencillo ?. Thomas Jefferson, siendo un gran político y no un experto economista, nos da una respuesta llana de cómo resolver los graves problemas económicos y fiscales que gobiernos como Grecia enfrentan, y que hoy tienen a las autoridades políticas y económicas europeas en aflicción.
Con la formación de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero en 1950 con seis países miembros, se inicia el sueño de alcanzar una Europa unida. Este llega a hacerse realidad en 1993 con la firma del Tratado de la Unión Europea, que hasta hoy tiene 28 miembros.
Este proceso ha sido fortalecido con la formación de instituciones supranacionales tales como la Comisión Europea, el Consejo Europeo, y el Banco Central Europeo, además de la introducción de una moneda única europea desde 1999 con 19 países miembros ya utilizándola.
Sin embargo, los nacionalismos, el extremismo, y las crisis económicas los siguen poniendo a prueba.
Casi más por un compromiso político y no por cumplimiento de la normativa del Tratado de Maastrich, Grecia es aceptada como miembro a la Unión Europea en el año 2000.
Su condición macroeconómica ya era muy cuestionable, tanto así que la relación de la deuda pública con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) sobrepasaba el 100% en ese entonces.
El gasto público desbordante sustentado en políticas salariales desmedidas y sistemas de pensiones pletóricos, y la baja productividad, eran la principal evidencia de políticas públicas insostenibles.
Hacia octubre de 2009, el primer ministro del momento, Papandréu, dio a conocer al mundo que la contabilidad nacional griega estaba reflejando información falsa. Para ese momento la relación deuda pública/PIB era de un 160%. Esta relación en la actualidad es de un 180%.
Desde entonces, Grecia se ha convertido en el talón de Aquiles de la Unión Europea al haber requerido dos planes de rescate financiados por la troika (la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo) los cuales ascienden a 340 mil millones de euros entre préstamos y pasivos financieros.
Actualmente se negocia un tercer rescate para evitar la bancarrota del país por un monto de 53 mil millones de euros, como consecuencia del incumplimiento de pago con el Fondo Monetario Internacional por un monto de 1.600 millones de euros. Este venció el 1° de julio anterior.
A pesar del “no” a la austeridad obtenido en el referendo aplicado el 9 de julio, el primer ministro Alexis Tsipras posee muy poco espacio para negociar con la troika. Los bancos locales se encuentran cerrados, existe una circulación limitada de efectivo de 60 euros por día por persona, y un estricto control de capitales.
Estos elementos ponen mucha presión sobre Tsipras y su gobierno a ceder ante las exigencias de los acreedores de aplicar reformas estructurales profundas, y medidas de ahorro nacional (tales como la disminución de las pensiones y el aumento del impuesto al valor agregado).
El futuro de Grecia se encuentra ahora en las manos del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera, el cual depende de los ministros de Finanzas del Euro Grupo (19 países).
Este fondo de rescate se compone de 760 mil millones de euros, de los cuales 80 mil millones están disponibles en efectivo de manera inmediata.
Cada país miembro del Banco Central Europeo aporta según su participación en dicho banco. El mayor contribuyente es Alemania con un 22% del total de fondos. Su objetivo es prestar dinero a países miembros de la Unión Europea en caso de crisis financiera, también recapitaliza los bancos, y compra deuda soberana.
Los ministros de Finanzas del Euro Grupo determinarán si se acepta o no un nuevo plan de rescate en los próximos días, con el aval de la Comisión Europea.
De aprobarse el tercer plan de rescate para Grecia, el gobierno heleno va a tener que adoptar de manera profunda y valiente, una serie de reformas que lo llevarían a la frugalidad y a la sencillez que menciona Thomas Jefferson.
Las consecuencias de la salida de la eurozona, y por ende del euro, no son nada alentadoras y agudizarían aún más la crisis. Está en juego no solo la estabilidad de la economía helena, sino también la razón de ser misma de la Unión Europea y sus cimientos.
Un “Grexit” nos llevaría a recordar de forma amarga durante muchos años la popular frase de Ángela Merkel que dice: “Si fracasa el euro, fracasa Europa”.
Dr. en Economía
Óscar Ugalde