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¡Grandes decisiones! Segunda parte

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 21 octubre, 2016


Planes claros, metas cuantificadas, la mejor gente, experiencia y capacidad, integridad y decencia. Allí se encuentran las herramientas para forjar el país deseado. Todo es posible, todo es alcanzable en el tiempo y con el esfuerzo debido. No hay que desmayar ni hay que caer en la desesperanza

Sinceramente

¡Grandes decisiones! Segunda parte

A grandes problemas, grandes soluciones. Para estas requerimos grandes hombres y mujeres, patriotas, capaces y honestos. ¿Tendremos personas así que deseen participar en política y gobierno? Los buenos han sido espantados por el matonismo político. ¡Tienen que volver!
La improvisación nos pasa la factura al sustituir a los que saben por los que ignoran. A unos los han espantado los matones. A otros les quitaron la legitimidad de su liderazgo —afirmando sin pruebas que eran todos corruptos y siempre los mismos— otro tipo de matones. En los años 30 en Europa las calles se ganaban a garrote limpio. Las camisas rojas, negras, pardas y azules se garroteaban hasta sacar a sus adversarios de la calle. En 2016 las redes se ganan, así como la opinión ciudadana, avasallando con troles a quienes tienen opinión, a quienes argumentan lejos de insultar o de deslegitimar. Es otra forma de volar garrote.
Las inquietudes sociales del país hay que reflexionarlas, madurar la definición del problema y aún más la formulación de soluciones. Hay que erigir sólidas estructuras partidarias que soporten el esfuerzo político. Hay que construir equipos de verdad para que el mejor equipo no sea tan solo un espejismo o una aspiración. Tenemos que ser serios y responsables, honestos y pensadores. Los partidos deben ser propositivos. Sin propuestas no es fácil elegir.
¿Cómo atenderemos los problemas de seguridad ciudadana y de crimen organizado? Sirven muchas veces más un hogar, organizado y vigilante, una buena madre y un buen padre, que 100 policías. Los cinco grandes socializadores como son: hogar, educación, iglesia, grupos de convivencia y medios de comunicación colectiva, deben ayudar al país a crear conciencia de las reglas de conducta y construir la seguridad ciudadana. Los valores y las reglas de convivencia se aprenden en ese proceso de socialización. Seguridad no es jamás represión. Represión no es sino una herramienta para ganar tiempo y alcanzar la seguridad.
El crimen organizado se combate con fuerte inteligencia de campo, que permita localizar, seguir, desentrañar y acabar con el crimen organizado. El combate del crimen organizado difiere totalmente en su tratamiento de la normal seguridad ciudadana. El crimen organizado requiere saber dónde y quién lo practica, requiere la reunión diligente de pruebas para evitar fiascos, requiere astucia y fuerza como el relámpago. Hay que combatirlo en sus causas y disparadores.
Hay que crear una escuela de oficiales para nuestra policía. Carecemos de una escuela de oficialía. La mejor dirección, comando y control son indispensables en esta lucha. Hay que tener mandos de excelencia. No se puede improvisar en la lucha contra el crimen organizado. Esta lucha es campo de profesionales. Igualmente la administración de la seguridad ciudadana no debería ser territorio de improvisados y amigotes.
Civil, disciplinada, con inteligencia abundante, con mano de hierro, la autoridad encargada de luchar contra el crimen organizado debe ser reflejo de la búsqueda de la excelencia. Represión no es seguridad ciudadana. En seguridad se atacan las fuentes de la inseguridad para acabar con ellas, no se reprimen.
Planes claros, metas cuantificadas, la mejor gente, experiencia y capacidad, integridad y decencia. Allí se encuentran las herramientas para forjar el país deseado. Todo es posible, todo es alcanzable en el tiempo y con el esfuerzo debido. No hay que desmayar ni hay que caer en la desesperanza.

Emilio R. Bruce
Profesor
ebruce@larepublica.net

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