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¡Gente competente!

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 15 agosto, 2014


Los círculos de poder y las argollas impermeables no adquieren con facilidad nuevos miembros, porque se diluye su propio poder


Sinceramente

¡Gente competente!

Han transcurrido casi cien días desde que el Gobierno de Costa Rica cambió a sus titulares el 8 de mayo de 2014. La conducción de los asuntos de gobierno muestra una cierta tendencia a durar en su arranque. Muchas personas han asumido puestos por los títulos universitarios que ostentan, por ser profesores y catedráticos de las universidades estatales. Muchas personas han comenzado a cuestionarse si la máxima del PAC de todos nuevos era realmente suficiente. Los errores de manejo han sido de antología.
Es claro que la universidad de la vida es fundamental para desarrollar la experiencia y el conocimiento práctico en el manejo de los asuntos públicos o privados según sea la tarea. Es claro que la preparación académica es fundamental en el ejercicio de una disciplina, ya que la ignorancia sumada a la inexperiencia resulta en la combinación explosiva de error y de catástrofe administrativa, sobre todo si es en el manejo de los asuntos comunes. La inexperiencia es cara.
Lejos de nombrar jerarcas agrupando los talentos más allá de las banderías políticas, para el manejo de gobierno y administración, ha sido tradición costarricense nombrar a quienes han ayudado en las campañas políticas. No es lo mismo el proceso electoral que la conducción del Estado. Allí es donde localizamos el origen de muchas de las deficiencias en los dirigentes gubernamentales en ejercicio. El administrar conforme a la maraña de leyes del derecho público, el sortear las limitaciones impuestas por la práctica costarricense exacerbada de frenos y contrapesos en el sector público es una tarea muy profesional, que requiere destrezas y requiere experiencia, para abrir brecha. Los amigos no siempre hacen buenos funcionarios.
No se puede de manera alguna soslayar que ministerios e instituciones autónomas son administradas por los mandos medios, por los que allí nombrados bloquean la acción de los nuevos buenos jerarcas que desean introducir un cambio.
Personas con capacidad y honestidad, experiencia y conocimiento resultan idóneas. Ese grupo de personas han sido sin embargo ahuyentadas una y mil veces de ocupar posiciones. Los escándalos, los juicios mediáticos, las persecuciones políticas, han mantenido y mantienen alejadas a este tipo de personas ideales.
Los corruptos espantan a las personas buenas. Los ignorantes en su osadía ahuyentan a los capaces y prudentes. Los círculos de poder y las argollas impermeables no adquieren con facilidad nuevos miembros, porque se diluye su propio poder. Los ignorantes y deshonestos son más fáciles de manejar.
¿Cuánto cuesta en tiempo, esfuerzo, selección, y entrenamiento llegar a tener en la empresa privada a los mejores en cada puesto? En el Estado despedimos cada cuatro años a todos los jerarcas y nombramos medianos y “pegabanderas” en puestos de los que luego resultan inamovibles. ¿Así esperamos que las cosas funcionen con eficiencia?
Escojamos las personas para el puesto, no transemos para disminuir las calidades y procuremos vivir en el ejercicio de la excelencia. La experiencia y el conocimiento nunca deben despreciarse. La honestidad es condición básica en todos.

Emilio Bruce

Profesor
ebruce@larepublica.net

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