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Jueves, 12 de diciembre de 2024



EDITORIAL


Gastos superfluos

Contener el gigantismo estatal es una tarea impostergable

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 26 agosto, 2011


Editorial


Mientras la economía global muestra signos preocupantes y las grandes naciones buscan medidas que oponer a una eventual recesión, en Costa Rica indicadores económicos dan cierta esperanza.

En el primer trimestre, las exportaciones crecieron un 8% y el turismo un 6%. En julio pasado, el Banco Central reajustó su pronóstico para la producción nacional de un 4,3% al 4,5%.

Entre estos indicadores, la inflación destaca, a julio, con su cifra más baja de los últimos diez años.

Llama la atención un índice inflacionario tan positivo en momentos en que el déficit fiscal galopa sin freno.

Es sabido que entre los principales factores que propician un deterioro inflacionario se encuentran los desequilibrios macroeconómicos.

Por ejemplo, la necesidad de financiar el déficit fiscal, mediante un aumento de la deuda, solo posterga la consecuente inflación. Los recursos que se consigan en este momento deberán pagarse más adelante y los intereses sobre esa deuda aumentan los gastos del Estado, lo que incrementaría el faltante a futuro.

Mientras la deuda fiscal presiona las tasas de interés en el mercado, el déficit induce a un aumento en los impuestos.

Es por ello que para atender el déficit del Gobierno es urgente contener el proceso de gigantismo estatal, en especial alrededor de gastos superfluos, muchos de ellos ligados a compromisos políticos electoreros.

Por eso, es en el gasto fiscal y no mediante el tipo de cambio, donde debe combatirse la inflación. Someter este índice sin establecer una política para la contención de los egresos causaría un desastroso impacto social que afecta más que nada a las clases más necesitadas.

Lo que apremia para la economía nacional es la moderación en el gasto estatal. El problema es que esta solución requiere firmeza y decisión política.

Tampoco parece viable ordenar las finanzas del Estado en tanto algunos diputados vean la grave situación económica como un río revuelto, del cual podrían sacar provecho electoral.

La solución a los problemas del país, inmediatos o de mediano y largo plazo, exige que el gobierno adapte su gasto al ritmo que lleva el crecimiento de la economía, de forma honesta y planificada.










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