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Gasto público en tiempos de crisis

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 08 septiembre, 2009


No debería llamarnos a preocupación como costarricenses que el gasto público supere los ingresos fiscales en proporción al PIB en tiempos de crisis. Particularmente, en el entorno de una crisis caracterizada por problemas de demanda agregada de parte del sector privado, donde la recaudación de impuestos se deprime y el gasto privado de las familias disminuye como parte de expectativas recesivas en ingresos y empleo.

Sería más bien un tema esencial, la necesaria complementariedad del gasto del sector público para compensar lo dejado de gastar en el ámbito privado.

Si bien este proceso no puede repetirse en forma permanente, la situación especial de crisis amerita un aumento en la relación del déficit fiscal.

Lo que sí debería ser de amplio escrutinio y debate público, son las prioridades en la asignación del gasto, la eficiencia en su ejecución y por supuesto, la rendición de cuentas sobre su uso.

Esta semana se ingresó al plenario legislativo el proyecto presupuesto 2010, como era de esperar, ampliamente deficitario en sus ingresos, con gastos bastante rígidos y con alguna definición de prioridades en su asignación por parte del gobierno. Siguiendo este segundo principio mencionado en el párrafo anterior, las principales observaciones serían, la deficiencia pública existente en materia de asignación de prioridades.

Debido a la desvinculación entre gasto y objetivos nacionales, las prioridades de gasto las fija el Ministerio de Hacienda, mientras que los objetivos y su alineamiento son potestad del Ministerio de Planificación. La verdad es que cada vez más parece haber un abismo entre los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo y las prioridades de corto plazo en la asignación del gasto público del gobierno.

Un ejemplo claro de esta desvinculación entre los objetivos del PND y el presupuesto recientemente entregado, es la apuesta tan débil y deficiente que se realiza en el sector de Ciencia, Tecnología e Innovación. No solamente en materia de la burocracia pública en el MICIT y los entes del sector, sino y sobre todo, en programas que atiendan los requerimientos del país con miras a mejorar sus condiciones de competitividad internacional.

Una vez más, el discurso político se desliga claramente de la realidad de gestión pública. Las consecuencias son claras, el país da tumbos en este campo, con una clara e insuficiente asignación de recursos públicos y privados.

En conclusión, no deberíamos como país, preocuparnos tanto por estar financiando gasto corriente con financiamiento externo, como pareciera ser el argumento de algunos economistas, “el frío no está en las cobijas”, la única salida en tiempos de crisis es gastar un poco más, y si la forma más barata es el financiamiento externo, esa debe ser la vía, el verdadero impacto de la crítica pública debe ser, sobre la definición de prioridades nacionales en asignación de presupuesto público, su adecuada ejecución y su rendición de cuentas.

Leiner Vargas Alfaro

Economista

Email: lvargas@una.ac.cr

Blog: www.reflexiones10.wordpress.com

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