Futbolistas: casta repleta de privilegios
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 13 septiembre, 2021
La cadena de hoteles Hilton, inauguró lujosa sede 100 metros al norte del Estadio Nacional.
En ese majestuoso hotel se hospedó la selección de México para su juego eliminatorio ante Costa Rica.
Perfectamente, los futbolistas mexicanos se podían ir caminando desde el hotel hasta el estadio. Hubiese sido atractivo verlos tomando fotos y firmando autógrafos con sus admiradores.
Estoy seguro de que Pelé, el rey del fútbol, el más grande de todos los tiempos, un jugador con una calidad superior a la del mejor futbolista mexicano de hoy, si lo hubiera hecho. Ir caminando hasta el Estadio Nacional, complaciendo a sus “fans”.
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Pero, los tiempos cambian y hoy los futbolistas son casta privilegiada que serían la envidia de los brahmanes de la India. Viven como reyes, ganan millones de dólares y son protegidos y mimados como si fuesen dioses o seres superiores.
Pocas horas antes del inicio del juego con Costa Rica, el hotel fue cercado con vallas y policías del más alto nivel de seguridad, torres humanas de físico impresionante, más propios de un allanamiento.
Prohibido transitar al frente del hotel ni con auto, ni a “pata”, Dios me guarde se vayan a molestar algunos de los futbolistas.
Al frente de la entrada principal del hotel, el autobús último modelo que transportara a los seleccionados mexicanos hacia el Estadio Nacional.
Las estrellas salen del vestíbulo del hotel en fila india y suben al autobús.
Los policías despejan la calle, quitan las vallas y empujan a los aficionados que estorban la salida de los astros.
De inmediato tres motociclistas, sirenas al aire, se colocan delante del autobús y sirven como escolta hasta el coliseo. Son las 3.30 de una tarde fría y lluviosa, el sol hace rato se esfumó, pero los motociclistas lucen sus ray ban tan lustrados como sus altas botas negras.
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Le abren espacio al bus de las estrellas y la “chusma” es empujada por la policía a los costados. El viaje es corto, ni diez minutos, pero el espectáculo de circo es impresionante.
El partido de fútbol no vale la pena; algunos pagaron 95.000 colones por verlo.
Después del pitazo final con triunfo mexicano 1-0, Keylor Navas que gana $13 millones anuales, se abraza y cambia uniforme con Memo Ochoa, que recibe $4 millones por temporada y la vida sigue igual mientras miles sufren la derrota.
Los brahmanes regresan al Hilton; les espera cena de gala y placentero sueño de reposo. ¡Dichosos!
gpandolfo@larepublica.net
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