Fumar en restaurantes y bares
| Viernes 14 noviembre, 2008
ESQUINA EPICUREA
Fumar en restaurantes y bares
Motivado e inspirado por una conversación sostenida hace dos días con un dinámico empresario joven y el director de una cámara del sector, hago eco de las mismas ideas que comentamos.
Fumar no es un acto natural como lo es respirar aire puro, ¡no nacimos con un cigarrillo en la boca! Punto.
Fumar produce cáncer, punto.
Las personas que estamos al lado de quienes fuman, inhalamos el humo de segunda mano, lo cual, está probado, es peor que el de primera, punto.
Las personas que trabajan en restaurantes y bares que no fuman y desean evitar el humo del cigarro de los fumadores, no tienen opción para no hacerlo, lo cual constituye un violación de sus derechos.
La versión de que debemos “respetar el derecho de elegir” es entonces contradictoria y discriminatoria, pues aquellos que decidan elegir fumar en espacios destinados para ellos, deben de ser atendidos por personas que quizás han elegido no fumar ¡y deben de hacerlo con humo de segunda mano todos los días!
La recomendación para dejar a todos contentos y felices (y que hará regresar a muchos no fumadores sobre todos a bares, ¡se los juro!), es la de crear restaurantes y bares libres de humo completamente y autorizar a otros a que sí permitan hacerlo en todo el sitio, sin restricciones; a los segundos, aumentarles los impuestos para que ayuden a pagar los costos de la atención médica que seguro deberán recibir (la cual no debería de ser pagada por los que no fumamos), y que contraten a su vez solamente personal que fume, como requisito de entrada.
Y si quisiera agregarle un poco de humor negro, el cual será visto como de mal gusto probablemente por amigos y desconocidos, diría que se marque cada restaurante o bar donde se fuma con una calavera en el rótulo para que se distinga un sitio del otro; en los baños puede colocarse también propaganda de nebulizadores y que patrocinen también descuentos para servicios mortuorios y tratamientos médicos paliativos.
Lo dice un ex fumador de 25 años de inhalar humo, para el cual alguna de esa propaganda quizás hubiera ayudado a empujarme a eliminar el vicio antes de tiempo y evitar la capa de nicotina en mi boca que impidió el disfrute máximo de los sabores de comidas y bebidas que degusté en esos mismos bares y restaurantes, además y desde luego la leve asma que heredé por fumar y me quedó como ingrata herencia.
Buen provecho y hasta la próxima semana.
Fumar en restaurantes y bares
Motivado e inspirado por una conversación sostenida hace dos días con un dinámico empresario joven y el director de una cámara del sector, hago eco de las mismas ideas que comentamos.
Fumar no es un acto natural como lo es respirar aire puro, ¡no nacimos con un cigarrillo en la boca! Punto.
Fumar produce cáncer, punto.
Las personas que estamos al lado de quienes fuman, inhalamos el humo de segunda mano, lo cual, está probado, es peor que el de primera, punto.
Las personas que trabajan en restaurantes y bares que no fuman y desean evitar el humo del cigarro de los fumadores, no tienen opción para no hacerlo, lo cual constituye un violación de sus derechos.
La versión de que debemos “respetar el derecho de elegir” es entonces contradictoria y discriminatoria, pues aquellos que decidan elegir fumar en espacios destinados para ellos, deben de ser atendidos por personas que quizás han elegido no fumar ¡y deben de hacerlo con humo de segunda mano todos los días!
La recomendación para dejar a todos contentos y felices (y que hará regresar a muchos no fumadores sobre todos a bares, ¡se los juro!), es la de crear restaurantes y bares libres de humo completamente y autorizar a otros a que sí permitan hacerlo en todo el sitio, sin restricciones; a los segundos, aumentarles los impuestos para que ayuden a pagar los costos de la atención médica que seguro deberán recibir (la cual no debería de ser pagada por los que no fumamos), y que contraten a su vez solamente personal que fume, como requisito de entrada.
Y si quisiera agregarle un poco de humor negro, el cual será visto como de mal gusto probablemente por amigos y desconocidos, diría que se marque cada restaurante o bar donde se fuma con una calavera en el rótulo para que se distinga un sitio del otro; en los baños puede colocarse también propaganda de nebulizadores y que patrocinen también descuentos para servicios mortuorios y tratamientos médicos paliativos.
Lo dice un ex fumador de 25 años de inhalar humo, para el cual alguna de esa propaganda quizás hubiera ayudado a empujarme a eliminar el vicio antes de tiempo y evitar la capa de nicotina en mi boca que impidió el disfrute máximo de los sabores de comidas y bebidas que degusté en esos mismos bares y restaurantes, además y desde luego la leve asma que heredé por fumar y me quedó como ingrata herencia.
Buen provecho y hasta la próxima semana.