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Fin de la generación Gekko londinense

Bloomberg | Miércoles 25 julio, 2012




Fin de la generación Gekko londinense

El estadounidense Robert Diamond se burló en una oportunidad de los reguladores de “la Pequeña Inglaterra” por no estar a la altura de sus ambiciones globales.
Provocó un cambio de poder que le costó el puesto y transformó la manera de regirse del máximo centro financiero del mundo.
Cuando los dos máximos supervisores financieros del Reino Unido, Mervyn King y Adair Turner, acordaron citar al presidente de Barclays Plc al Banco de Inglaterra el 2 de junio y dijeron que habían perdido la confianza en Diamond, el banquero más famoso de Londres, lo que hicieron fue dejar claramente sentado que los códigos habían cambiado.
“La señal a la City tiene que ser que si alguien se porta mal será destituido de su empleo”, dijo Paul Myners, ministro de servicios financieros del Estado desde 2008 hasta 2010 y ex presidente de Gartmore Investments Management Ltd. “Hará correr escalofríos por la espalda de quienes no estén haciendo nada bueno”.
El ascenso y la caída de Diamond refleja la ascensión de Londres hasta convertirse en el centro financiero No. 1 del mundo, al pasar de una década de regulación débil a una que debe afrontar reducciones y la investigación sobre manipulación de la tasa de interés Libor, el más reciente de una serie de escándalos que provocaron indignación pública. Su alejamiento marca un momento de inflexión para la regulación en una ciudad que se esfuerza por reconciliar la riqueza creada por sus entidades financieras con su potencial de pérdidas que amenazan a toda la economía del país.
Responsabilizados de no haber evitado la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión, el Banco de Inglaterra y la Autoridad de Servicios Financieros (FSA por la sigla en inglés) están reelaborando la regulación e intentando cambiar una cultura ejemplificada por Gordon Gekko en la película “Wall Street” de 1987.
Diamond, que hace 18 meses reaccionó a la ira popular diciendo que la época del “remordimiento y la disculpa” de los bancos debía terminar, constituye el ejemplo más destacado de reguladores que reivindican la influencia que un decenio atrás eran reacios a utilizar.
“Las autoridades siempre tuvieron el poder”, dijo Martin Taylor, ex máximo responsable ejecutivo de Barclays que contrató a Diamond y ahora dice que debió despedirlo por haber estado al frente de las pérdidas vinculadas a la deuda rusa en 1998. “Por fin parecen estar dispuestos a utilizarlo”.
King le dijo a Marcus Agius, presidente de Barclays, que Diamond, de 60 años, ya no contaba con el respaldo del Banco de Inglaterra ni de la Autoridad de Servicios Financieros un día antes de que éste renunciara.

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