Factor humano: Integridad para integrar
| Miércoles 31 marzo, 2010
Integridad para integrar
¡Ser creíble! Este es el reto crucial que enfrenta una persona que desea que otras le sigan y trabajen con ella. Cuando los miembros de un equipo creen en sus compañeros, su nivel de cohesión aumenta y la posibilidad de superar los desafíos también crece. ¿Quiénes son creíbles? Los que logran integrar tres pilares: sus discursos, sus emociones y sus acciones. Prometer trabajar en equipo, servir a los demás y actuar con honestidad, por ejemplo, es cuestión de palabras y hay personas con elocuencia para vender una propuesta de futuro ideal o la sensatez de un cambio en el equipo. Esgrimir argumentos convincentes es una virtud que abre oídos y predispone positivamente, pero no es suficiente.
El segundo pilar es poseer una convicción tan profunda sobre ese discurso, que surge una pasión natural, un estado emocional que contagia de entusiasmo a los miembros de la organización que constatan coherencia entre las palabras y los sentimientos de quien las dice. Incluso, la pasión puede superar deficiencias en el uso de las palabras, aumentándose la voluntad de quienes escuchan para creer en sus dirigentes y compañeros.
El tercer pilar son las conductas congruentes con el discurso y las emociones expresadas. El respeto a los valores personales y el compromiso con las palabras expresadas permitirá que los comportamientos sean consistentes y que, por lo tanto, la credibilidad crezca con autenticidad y fuerza. Así, llamamos íntegro a quien integra discursos, emociones y conductas sustentadas en sanos principios de convivencia.
No se trata de ser infalibles. ¿Quién lo es? Pero si las contradicciones entre estos tres pilares son un hábito, los supuestos líderes se caen, tarde o temprano, del pedestal del poder; y los miembros del equipo que son incoherentes se derrumban en los momentos críticos. El miedo a que quede al descubierto la incongruencia de su trilogía les hace tergiversar verdades, o evadir las confrontaciones de ideas.
El periodista D. Brinkley dice que “una persona de éxito es aquella que puede construir una base firme con los ladrillos que otros le han arrojado.” En igual forma, triunfan más las organizaciones dirigidas por líderes que no se amilanan ante esos ladrillos, porque unen los tres pilares descritos en una sólida estructura moral que les hace creíbles e integran la férrea voluntad de sus miembros para luchar por un mismo objetivo.
German Retana
german.retana@incae.edu
¡Ser creíble! Este es el reto crucial que enfrenta una persona que desea que otras le sigan y trabajen con ella. Cuando los miembros de un equipo creen en sus compañeros, su nivel de cohesión aumenta y la posibilidad de superar los desafíos también crece. ¿Quiénes son creíbles? Los que logran integrar tres pilares: sus discursos, sus emociones y sus acciones. Prometer trabajar en equipo, servir a los demás y actuar con honestidad, por ejemplo, es cuestión de palabras y hay personas con elocuencia para vender una propuesta de futuro ideal o la sensatez de un cambio en el equipo. Esgrimir argumentos convincentes es una virtud que abre oídos y predispone positivamente, pero no es suficiente.
El segundo pilar es poseer una convicción tan profunda sobre ese discurso, que surge una pasión natural, un estado emocional que contagia de entusiasmo a los miembros de la organización que constatan coherencia entre las palabras y los sentimientos de quien las dice. Incluso, la pasión puede superar deficiencias en el uso de las palabras, aumentándose la voluntad de quienes escuchan para creer en sus dirigentes y compañeros.
El tercer pilar son las conductas congruentes con el discurso y las emociones expresadas. El respeto a los valores personales y el compromiso con las palabras expresadas permitirá que los comportamientos sean consistentes y que, por lo tanto, la credibilidad crezca con autenticidad y fuerza. Así, llamamos íntegro a quien integra discursos, emociones y conductas sustentadas en sanos principios de convivencia.
No se trata de ser infalibles. ¿Quién lo es? Pero si las contradicciones entre estos tres pilares son un hábito, los supuestos líderes se caen, tarde o temprano, del pedestal del poder; y los miembros del equipo que son incoherentes se derrumban en los momentos críticos. El miedo a que quede al descubierto la incongruencia de su trilogía les hace tergiversar verdades, o evadir las confrontaciones de ideas.
El periodista D. Brinkley dice que “una persona de éxito es aquella que puede construir una base firme con los ladrillos que otros le han arrojado.” En igual forma, triunfan más las organizaciones dirigidas por líderes que no se amilanan ante esos ladrillos, porque unen los tres pilares descritos en una sólida estructura moral que les hace creíbles e integran la férrea voluntad de sus miembros para luchar por un mismo objetivo.
German Retana
german.retana@incae.edu