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Factor humano

| Martes 08 enero, 2008




Factor humano

German Retana
german.retana@incae.edu

Asustar al miedo
Los deportistas, directores de equipos y gerentes de empresas son figuras públicas y, en ocasiones, algunos experimentan ansiedad social, provocada por la estricta evaluación a que son sometidos y por el alto nivel de expectativas que pesan sobre ellos.
El psicólogo Walter Riso identifica cuatro miedos que afectan la autoconfianza y desencadenan la ansiedad social, en detrimento de las relaciones internas y externas con otras personas.
El miedo a la vergüenza de sí mismo por situaciones íntimas no superadas. Quien lo sufre se recrimina por algunos de sus rasgos físicos, mentales o sociales, cree poseer una identidad devaluada, piensa que es malo e indigno por no ser “tan normal” como los otros. Puede ser hostil con quienes se le acerquen, evitando ser conocido en su conflictiva realidad interior. Aceptar que los seres humanos somos iguales en lo esencial, y dar más importancia a la autoevaluación que a los estímulos externos, son los primeros pasos para confrontar este miedo.
El miedo a causar una mala impresión dada una adicción a la aprobación pública. Provoca que las personas se vuelvan hipersensibles a las críticas, desconfiadas y reacias a comentarios desfavorables sobre su trabajo. Cualquier adversidad a su autoimagen es repelida con agresividad hacia quienes la originen. La reacción más prudente es acercarse a las otras personas y comprobar que no tienen la intención de causar daño.
El miedo a no ser capaz de comportarse adecuadamente. Es común en miembros de equipos que sienten inseguridad al expresar sus emociones e ideas debido a situaciones como el tartamudeo, el sonrojo, y el sudor. Según Riso, también pueden padecer de excesiva autoobservación que les produce cierto repudio a sí mismos, nerviosismo, depresión, hipocondría y fobia social. La respuesta debe ser aceptar la realidad personal, tomar conciencia de las consecuencias de estas reacciones, y rectificar comportamientos que en nada ayudan a los fines personales y del equipo.
Finalmente, el miedo a las figuras de autoridad, lo que podría originarse en una infancia al lado de personas autoritarias y excesivamente críticas. Como consecuencia, se cae en la sumisión al “jefe” y en la pérdida del sentido de identidad propia. Comprender que ningún ser humano es superior por desempeñar un cargo es un buen paso para recuperar la autoestima.
Liberarse de estos miedos requiere comprender que el coraje no es la negación de ellos sino la determinación de vencerlos. El camino, afirma Riso, es que quien los padece acepte sus situaciones sin dejar de creer en sí mismo, que se valore como persona, que someta al estricto escrutinio racional las ideas negativas que originan su ansiedad, y que mire los miedos de frente, retándolos, confrontándolos, y asustándolos con su coraje.






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