FACTOR HUMANO
| Sábado 05 enero, 2008
FACTOR HUMANO
¡Atrévete!
¿Quiénes son los que logran sus metas? Los que se atreven a alcanzarlas. Los demás se quedan mirando a los audaces que no se rinden jamás. Puede ser que, pese al esfuerzo, no se alcance el éxito total, pero la conciencia estará serena siempre que se haya invertido toda la energía disponible. Un cambio de año, de temporada o de trabajo, es una gran oportunidad para renovar la convicción y atrevernos, de nuevo, a procurar los grandes objetivos.
Los ganadores aprenden que un periodo sin éxito puede convertirse en un peldaño valioso si sabemos disminuir toda aquella interferencia que lo impidió. Es como sacar la basura y dejar la casa limpia, o como alistar la maleta para un viaje diferente al que acabamos de terminar. Un cambio de año, por ejemplo, es una excelente oportunidad mental para alinear la visión de largo plazo del equipo con los objetivos para el año; si hay coherencia en eso, luego será más factible definir planes de acción para cada objetivo. Incluso, esto se puede hacer a nivel individual. El resto es cuestión de disciplina, tenacidad, perseverancia e inteligencia para evaluar periódicamente el avance y reorientar energías, métodos y decisiones.
El primer gran paso hacia esa visión es “creérnosla”; es decir, pensar y sentir que somos capaces de alcanzarla. Esta convicción producirá toda la energía requerida y evitará poner atención de todo aquello que desvíe la mente de su rumbo al objetivo. ¡Creer! Quienes creen en sus metas es porque confían en su talento, por eso son rigurosos y constantes en su preparación y rendimiento. Su convencimiento es tan estricto que la indecisión no se arrima a sus mentes. Los ganadores no dicen “voy a hacer el mejor esfuerzo”, sino que afirman: “este año seré campeón”, “lograré lo que quiero”. Son contundentes hasta en su manera de pensar, pese a que sufran altibajos en su camino.
El segundo paso es resolver las dudas sobre lo que pudo haber impedido logros mayores en el periodo que termina. “La duda es uno de los nombres de la inteligencia”, afirmó el escritor Jorge Luis Borges. Lo importante, dijo Aristóteles, es saber dudar a tiempo. La evaluación a fondo es, entonces, una sabia manera de hacer la transición entre el periodo pasado y el nuevo, pero de allí en adelante la seguridad en el talento propio y en la validez de las nuevas metas deben marcar la pauta.
Finalmente, si creemos en la visión, en las metas para concretarla, en nosotros mismos y en el equipo, lo que sigue es atrevernos. En este mismo sentido, debemos ser audaces y escuchar la advertencia de Séneca: “No es porque las cosas son difíciles que no nos atrevemos, es porque no nos atrevemos que son difíciles”.
GERMAN RETANA
¡Atrévete!
¿Quiénes son los que logran sus metas? Los que se atreven a alcanzarlas. Los demás se quedan mirando a los audaces que no se rinden jamás. Puede ser que, pese al esfuerzo, no se alcance el éxito total, pero la conciencia estará serena siempre que se haya invertido toda la energía disponible. Un cambio de año, de temporada o de trabajo, es una gran oportunidad para renovar la convicción y atrevernos, de nuevo, a procurar los grandes objetivos.
Los ganadores aprenden que un periodo sin éxito puede convertirse en un peldaño valioso si sabemos disminuir toda aquella interferencia que lo impidió. Es como sacar la basura y dejar la casa limpia, o como alistar la maleta para un viaje diferente al que acabamos de terminar. Un cambio de año, por ejemplo, es una excelente oportunidad mental para alinear la visión de largo plazo del equipo con los objetivos para el año; si hay coherencia en eso, luego será más factible definir planes de acción para cada objetivo. Incluso, esto se puede hacer a nivel individual. El resto es cuestión de disciplina, tenacidad, perseverancia e inteligencia para evaluar periódicamente el avance y reorientar energías, métodos y decisiones.
El primer gran paso hacia esa visión es “creérnosla”; es decir, pensar y sentir que somos capaces de alcanzarla. Esta convicción producirá toda la energía requerida y evitará poner atención de todo aquello que desvíe la mente de su rumbo al objetivo. ¡Creer! Quienes creen en sus metas es porque confían en su talento, por eso son rigurosos y constantes en su preparación y rendimiento. Su convencimiento es tan estricto que la indecisión no se arrima a sus mentes. Los ganadores no dicen “voy a hacer el mejor esfuerzo”, sino que afirman: “este año seré campeón”, “lograré lo que quiero”. Son contundentes hasta en su manera de pensar, pese a que sufran altibajos en su camino.
El segundo paso es resolver las dudas sobre lo que pudo haber impedido logros mayores en el periodo que termina. “La duda es uno de los nombres de la inteligencia”, afirmó el escritor Jorge Luis Borges. Lo importante, dijo Aristóteles, es saber dudar a tiempo. La evaluación a fondo es, entonces, una sabia manera de hacer la transición entre el periodo pasado y el nuevo, pero de allí en adelante la seguridad en el talento propio y en la validez de las nuevas metas deben marcar la pauta.
Finalmente, si creemos en la visión, en las metas para concretarla, en nosotros mismos y en el equipo, lo que sigue es atrevernos. En este mismo sentido, debemos ser audaces y escuchar la advertencia de Séneca: “No es porque las cosas son difíciles que no nos atrevemos, es porque no nos atrevemos que son difíciles”.
GERMAN RETANA