Factor Humano
| Jueves 27 diciembre, 2007
Factor Humano
Fronteras del triunfador
La línea que separa el sano orgullo y la arrogancia es muy delgada, quienes la cruzan podrían tener dificultad para devolverse. Ganar es el justo premio al esfuerzo, a la tarea bien realizada. El riesgo es confundir el éxtasis del triunfo con el irrespeto al rival, con renegar del pasado personal o con la prepotencia, pues ello conduce a cruzar esa tenue línea.
El entrenador más exitoso en la historia del fútbol inglés, Sir Alex Ferguson, explica una razón para decidir cuándo romper el vínculo de un jugador con el club que él dirige: “Cuando los ves cambiar drásticamente como individuos, como personas. Lo último que yo quiero es verlos cambiar. Lo que quiero es que sigan con los pies en el suelo. Quiero que aprecien de dónde vienen, quiero que vuelvan luego con sus padres y con sus esposas siendo las mismas personas que eran. No me apetece para nada ver un montón de engreídos correteando por ahí”.
La tentación a olvidar las raíces, conduce al ganador a despegar los pies del suelo y allí, precisamente allí, empiezan sus problemas. Los aires de superioridad y desprecio hacia quienes no conforman su círculo de relaciones, comienza a caracterizar sus actitudes. Su delirio por la fama y el dinero puede, incluso, llevarle a desplazar a su familia de sus prioridades. Al dejar de crecer como persona, porque se siente realizado, no se percata de la existencia de otros mundos más grandes, de otras latitudes, de otro nivel en el cual también podría triunfar. Con sus malas actitudes construye muros y entonces es grande en terrenos pequeños, pero pequeño en terrenos grandes. Triunfa en su viejo territorio pero fracasa en los de exigencias mayores.
¿Quiénes logran trascender y ser grandes entre los grandes? Los que nutren sus raíces con el abono de sus éxitos, los que crecen como personas, los que mantienen la humildad ante cada medalla que reciben, y los que jamás despegan sus pies de la tierra al perseguir nuevas ambiciones. La sencillez es su consejera y la continuidad del máximo esfuerzo es su consigna. Cuando ganan quieren más. Son insaciables pero sensatos, pues saben que su fama legitima su pasado pero que no les garantiza éxitos en competencias de un nivel superior.
En los momentos grandes se conoce la persona que los ganadores llevan por dentro. La humildad ante el triunfo, la nobleza ante la euforia, el respeto, el ser agradecidos, y el aspirar a más recordando y honrando sus orígenes, son las llaves con las que ingresarán a nuevos territorios de clase mundial sin cruzar la frontera hacia la arrogancia. Quinto Curcio dice que “los ríos más profundos son siempre los más silenciosos”, así son los grandes triunfadores.
Fronteras del triunfador
La línea que separa el sano orgullo y la arrogancia es muy delgada, quienes la cruzan podrían tener dificultad para devolverse. Ganar es el justo premio al esfuerzo, a la tarea bien realizada. El riesgo es confundir el éxtasis del triunfo con el irrespeto al rival, con renegar del pasado personal o con la prepotencia, pues ello conduce a cruzar esa tenue línea.
El entrenador más exitoso en la historia del fútbol inglés, Sir Alex Ferguson, explica una razón para decidir cuándo romper el vínculo de un jugador con el club que él dirige: “Cuando los ves cambiar drásticamente como individuos, como personas. Lo último que yo quiero es verlos cambiar. Lo que quiero es que sigan con los pies en el suelo. Quiero que aprecien de dónde vienen, quiero que vuelvan luego con sus padres y con sus esposas siendo las mismas personas que eran. No me apetece para nada ver un montón de engreídos correteando por ahí”.
La tentación a olvidar las raíces, conduce al ganador a despegar los pies del suelo y allí, precisamente allí, empiezan sus problemas. Los aires de superioridad y desprecio hacia quienes no conforman su círculo de relaciones, comienza a caracterizar sus actitudes. Su delirio por la fama y el dinero puede, incluso, llevarle a desplazar a su familia de sus prioridades. Al dejar de crecer como persona, porque se siente realizado, no se percata de la existencia de otros mundos más grandes, de otras latitudes, de otro nivel en el cual también podría triunfar. Con sus malas actitudes construye muros y entonces es grande en terrenos pequeños, pero pequeño en terrenos grandes. Triunfa en su viejo territorio pero fracasa en los de exigencias mayores.
¿Quiénes logran trascender y ser grandes entre los grandes? Los que nutren sus raíces con el abono de sus éxitos, los que crecen como personas, los que mantienen la humildad ante cada medalla que reciben, y los que jamás despegan sus pies de la tierra al perseguir nuevas ambiciones. La sencillez es su consejera y la continuidad del máximo esfuerzo es su consigna. Cuando ganan quieren más. Son insaciables pero sensatos, pues saben que su fama legitima su pasado pero que no les garantiza éxitos en competencias de un nivel superior.
En los momentos grandes se conoce la persona que los ganadores llevan por dentro. La humildad ante el triunfo, la nobleza ante la euforia, el respeto, el ser agradecidos, y el aspirar a más recordando y honrando sus orígenes, son las llaves con las que ingresarán a nuevos territorios de clase mundial sin cruzar la frontera hacia la arrogancia. Quinto Curcio dice que “los ríos más profundos son siempre los más silenciosos”, así son los grandes triunfadores.