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Factor Humano

| Martes 25 septiembre, 2007




Factor Humano

German Retana
german.retana@incae.edu  

Calidades de pensamientos
La mente es como una fábrica de pensamientos, por lo que debemos asegurarnos que la mayor cantidad de sus “productos” sea realmente constructiva; sin embargo, no siempre es así y por ello podemos clasificar los pensamientos en cuatro categorías.
En la primera están los “necesarios,” estos son los que requerimos para decidir por ejemplo: qué ropa vestiremos cada día, la agenda, prioridades de tareas, rutas a la oficina, y sirven para guiar acciones normales relacionadas con nuestra vivencia cotidiana.
En segundo lugar, tenemos los pensamientos “inútiles”. Son ideas que no tienen sentido porque no conducen a destinos productivos: ¡Si hubiera anotado ese gol! ¡Si yo tuviera tres metros de altura! ¡Si la luna fuera cuadrada! ¡Si el rival renunciara a intentar ganar! Este tipo de masajes mentales solo desembocan en un estado de fantasía e irrealismo poco efectivo. Son productos desperdiciados.
Luego está la categoría de pensamientos “negativos”, producidos por personas que desgastan materia prima mental en criticar, destruir confianza propia, ofender a los demás, señalar errores ajenos sin aportar nada, y crear pesimismo para obstruir el éxito. Ejemplos: ¡Yo no puedo ser campeón, no soy capaz! ¡La verdad es que nací para ser perdedor! ¡Todo lo hacemos mal! ¡A esos nunca les ganaremos! Los dueños de fábricas de negativismo corren el riesgo de perder antes de jugar, de aniquilar su superación y, lo peor, de contaminar el ambiente de trabajo y la conducta de sus compañeros de equipo.
Finalmente, están los pensamientos “positivos” que son los que en verdad orientan nuestro potencial hacia el logro de nuevas metas y a la lucha por lo que creemos difícil pero alcanzable, a creer en nosotros y en nuestras capacidades, y a romper paradigmas. Nos conducen a aprender, experimentar y a atrevernos a elevar la barra del conformismo, de la resignación. La persona positiva estimula un ambiente de reto y atrae hacia ella ideas y colegas afines. Los negativos ni se le acercan porque saben que no es terreno fértil para malas semillas. No confundamos al pensador positivo con el fantasioso optimista infundado.
Ser positivo es actuar en armonía con los sanos principios que guían nuestra conducta; es reconocer que en ocasiones no obtendremos todo lo anhelado, pero que siempre seremos quienes deseamos ser. Es saber combinar realismo y esperanza, lo cual estimula un estado de proactividad, paz y confianza.
Los humanos producimos cerca de 70 mil pensamientos cada día: ¿Cómo funciona su propia “fábrica” mental? ¿Qué porcentaje de sus “productos” individuales y de su equipo pertenece a cada una de esta cuatro categorías?






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