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Factor humano

| Martes 18 septiembre, 2007




Factor humano

German Retana
German.retana@incae.edu  

Aspirar a inspirar
¡Qué pereza es tener como jefe a quien no se admira ni contagia entusiasmo! Sus colaboradores dicen, a manera de chiste, que él está intelectualmente muerto, pero físicamente mal enterrado. El líder de un equipo tiene entonces una gran tarea: lograr que los jugadores se inspiren, porque al hacerlo, toda su energía se enfocará en realizar las aspiraciones compartidas por él y sus jugadores.
Para lograrlo, dispone de dos poderosas herramientas: Convertir su vida en una fuente de inspiración para los demás y ayudar a estos a confiar en sus capacidades. Los jugadores están expuestos a muchos directores técnicos a través de su vida, pero recuerdan con agradecimiento solo aquellos que les dieron un ejemplo de respeto, tacto, sabiduría, esperanza ante la adversidad e insumos para resolver situaciones difíciles y ganar. La integridad y credibilidad como persona son llaves que abren la voluntad de los jugadores para escucharle y seguirle.
El buen líder inspira a sus jugadores a creer en ellos y empieza por lograr que se sientan dignos, que se acepten a sí mismos y que defiendan la legitimidad de sus sueños. Una persona con dignidad sabe que tiene el derecho de aspirar a más de lo que es o tiene, reconoce con sano orgullo y humildad sus cualidades y despierta su fuerza interior para alcanzar metas retadoras. Al incrementar esta confianza, el jugador se atreve más en la cancha, disfruta y no teme equivocarse, por eso es más efectivo y audaz; él sabe que su líder le apoya en las buenas y en las otras.
Inspirar incluye inducir el análisis para identificar necesidades de cambio. El líder promueve que los miembros del equipo se conozcan más a sí mismos y a sus compañeros, que profundicen su autocrítica para descubrir oportunidades y para dejar atrás temores y complejos que retienen el despliegue de su potencial. Esta flexibilidad es propia de seres inteligentes que miran el horizonte, evalúan qué necesitan para alcanzarlo y hacen los cambios sin testarudez.
“Para cambiar –dice Walter Rizo- la mente debe hacer tres cosas: (a) dejar de mentirse a sí misma (realismo), (b) aprender a perder (humildad) y (c) aprender a discriminar cuándo se justifica actuar y cuándo no (sabiduría). Realismo, humildad y sabiduría, los tres pilares de la revolución psicológica”. Un líder actúa como maestro y estimula estos pilares mediante un equilibrio entre la tarea técnica y la pausa para reflexionar, desaprender, aprender y crecer.
¡Inspirar! ¿Qué mejor legado puede dejar un director técnico o gerente a su paso por un equipo o empresa que estaba sedienta de confianza, visión y rumbo? Aspiremos a inspirar a nuestros equipos, la recompensa puede ser el éxito.






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