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ACCIÓN


Factor humano: ¡Aquí y ahora!

| Martes 07 octubre, 2008




¡Aquí y ahora!


La capacidad de concentración mental explica el éxito de quienes aprenden a combinarla con sus talentos. Ellos descubren que la efectividad depende de aislar las distracciones y por eso alcanzan una alta disciplina de trabajo con resultados crecientes. ¿Cómo lo logran?
No importa si una tarea es agradable o no, lo relevante es focalizar la mente estrictamente en ella y realizarla lo mejor posible. Spencer Johnson dice: “Cuando estás totalmente inmerso en lo que haces, tu mente no divaga y eres más feliz. Estás absorto sólo en lo que sucede en ese momento.” En el peor de los casos, si hacemos algo que no es de nuestro agrado, cuanto más concentrados lo hagamos más rápido lo superaremos.
La dispersión del pensamiento en varias direcciones a la vez resquebraja el esfuerzo. Por ejemplo, si un jugador de fútbol está en la cancha pensando en cómo lo estarán viendo en las graderías, en la opinión de la prensa, en su pésima jugada anterior y en el contrato que está negociando con un nuevo equipo, entonces su desempeño se verá mermado en cada intervención. Si, por el contrario, ese jugador ha determinado concentrarse exclusivamente en disfrutar el partido y visualizar qué hará cuando la pelota le llegue, su productividad será su mejor compensación.
¿Cómo puede alguien ser efectivo si está pendiente de su celular, atendiendo correo electrónico en su computadora y participando, al mismo tiempo, en una reunión importante de su equipo de trabajo?
La concentración se basa en cuatro fases. Primero, la visualización, que consiste en imaginar con anticipación, de día o segundos, lo que podría ocurrir o deseamos que ocurra. A ella le sigue la focalización, la determinación de dedicar la producción de ideas y pensamientos exclusivamente a lo que se ha visualizado. Esto supone definir prioridades acerca de qué es lo importante en este momento, en el “aquí y el ahora” y dejar todo lo demás de lado. El tercer paso es la mentalización, o la decisión de la actitud con la que se desea realizar la tarea o participación en el juego. Finalmente, sigue la motivación, que significa ser consciente de todos los motivos para entrar en acción. Quien domine estas cuatro disciplinas tendrá una gran ventaja sobre los dispersos, los improvisadores, los desorganizados y los dependientes de estímulos externos para reaccionar y actuar.
Como bien señala Johnson, si a esta disciplina mental, que podemos convertir en un sano hábito, le agregamos una actitud reflexiva y de aprendizaje sobre toda situación pasada y una conexión entusiasta del presente con los ideales futuros, entonces no serán las distracciones, el “allá y entonces” lo que guíe nuestras acciones, sino el máximo disfrute del “aquí y el ahora.”

German Retana
German.retana@incae.edu






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