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Evitar la tragedia griega

Rodolfo Piza | Miércoles 27 mayo, 2015


Evitar la tragedia griega

Grecia vive una crisis mayúscula: desempleo, pobreza, crispación política y social. El origen de la tragedia griega (y no me refiero a las artes dramáticas), no radica en la austeridad que ese país tuvo que aplicar en años recientes, sino en el crecimiento desbocado e insostenible de su sector público.
Antes de estallar la crisis, Grecia fue el país de Europa que más aumentó su gasto público real (un 80% entre 1996 y 2008) y su deuda pública (llegó al 170% del PIB).
¿Qué pasó?: a) Grecia se sobreendeudó para sostener su déficit fiscal; b) sus gobiernos mintieron sobre su déficit público; c) se propició la quiebra de la banca (se cargaron de bonos del Estado para financiar el gasto público); d) el salario mínimo era superior al de países más ricos (50% mayor que el de España); e) se aumentó la planilla estatal por encima del crecimiento de la población (algunas instituciones llegaron a tener más de diez choferes por carro o 45 jardineros para cuidar unas pocas macetas, etc.); e) se aumentaron los gastos sociales sin que crecieran proporcionalmente los servicios sociales o mejoraran significativamente los indicadores de educación, salud o pobreza; f) se aumentaron los ingresos mensuales promedio de sus funcionarios públicos hasta 100% con respecto a sus equivalentes en el sector privado; g) las remuneraciones complementarias (pluses salariales, etc.), llegaron a superar los salarios base y se premió con aumentos hasta “por cumplir horarios”; h) los griegos se podían jubilar con poco más de 61 años, cobrando casi el 96% de su sueldo y se incluían pensiones vitalicias para las hijas solteras de empleados fallecidos; i) Grecia tenía dos veces más profesores por estudiante que Finlandia, pero tenía una de las peores calificaciones en todas las pruebas de enseñanza.
Lo particular del caso es que en Costa Rica suceden cosas muy parecidas: hemos aumentado el gasto público en forma equivalente (más del 80% en 12 años), hemos aumentado el déficit fiscal y el endeudamiento público, la banca y los seguros sociales (CCSS, INS) están llenas de papeles de la deuda del Estado; la planilla estatal ha crecido mucho más que la población, y los gastos en programas sociales aumentan mucho más que los servicios y logros sociales. Además, tenemos cientos de trabajadores en una Refinadora que hace años no refina, los salarios públicos son hasta 100% el sueldo de los empleados privados, los pluses llegan a superar el salario base, se premia por cumplir horarios, los funcionarios se pueden pensionar incluso a los 55 años y existen pensiones que se pagan a las hijas solteras (pero mayores de edad), tenemos más profesores por estudiante que muchos otros países (y no tenemos mejores rendimientos que muchos de ellos), etc.
Tenemos tiempo para enmendar el rumbo y evitar la bancarrota de nuestro país, pero debemos actuar ahora, cuando todavía el endeudamiento del Estado es manejable y podemos contener el crecimiento del gasto público sin “terapias de shock”.
Cuando todavía no hemos perdido la fe en la democracia. Disfrutemos el teatro griego, pero no caigamos en su tragedia económica y política.

Rodolfo E. Piza Rocafort

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