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Estrategias o muerte

Leopoldo Barrionuevo leopoldo@amnet.co.cr | Sábado 15 mayo, 2010



ELOGIOS
Estrategias o muerte

El fútbol mueve demasiada riqueza como para no tener en cuenta sus tendencias, proyecciones y resultados económicos; algunos románticos se duelen de la pérdida sufrida por el arte de jugar por el placer de hacerlo, por verlo bien jugado, artísticamente elaborado y disfrutado hasta el placer de experimentarlo como un dechado de goce intelectual, como pasión y no se olvide que soy como Miguel Angel Agüero racinguista de alma del Racing Club de Avellaneda (“Ganamos, perdemos, a Racing lo queremos”).
Pero no hay que confundir el fútbol con la economía o los negocios: hay gente ilusa que cree que hay que tener mística, amor por la camiseta de una sociedad anónima, una suma de papeles que determinan un ridículo sentimiento de pertenencia que no es de carácter psicológico sino simplemente de interés espurio o financiero. Es decir, no se puede amar a una sociedad anónima debido a que carece de alma y puede ser vendida en cualquier momento a pesar de tener una Misión con fondo de violines que por lo común no proclama su interés por el dinero.
Nos guste o no, el objetivo de la empresa es ganar dinero a excepción de las entidades sin ánimo de lucro que de todos modos deben sostener sus gastos; no hay otra misión que la comercial cuando un accionista desea hacer producir dinero al capital invertido. Es por esa razón que la empresa familiar que se crea para sostener la incapacidad de algunos de sus miembros no logra prosperar y desaparece, es mal vendida o genera una guerra interna familiar que acaba con las buenas intenciones de sostener a los parásitos con el esfuerzo de los más capaces.
Con el fútbol sucede lo mismo: un club de fútbol no es la Cruz Roja, vive de sus resultados económicos y para lograrlo debe ganar partidos y pagar bien a sus ídolos para ello o para venderlos. La motivación es menos importante que los incentivos y más tarde o más temprano hay que entenderlo.
En la empresa como en el fútbol la estrategia es la clave: si se persiguen objetivos claros hay que definir las estrategias, que son la suma de acciones que permitirán alcanzarlos; se deben analizar los resultados en cada área, tener un plan de juego muy detallado, no confiar solamente en la inspiración de las estrellas y dedicar tiempo y pensamiento para planificar con disciplina y una organización prevista y muy precisa.
Antes del Mundial ya sabemos la diferencia entre los directores técnicos improvisados y los profesionales: los primeros se encomiendan a la Virgen respectiva y los segundos estudian a su competidor en detalle y saben parar a sus jugadores en la cancha, con una misión específica y acorde con sus virtudes, lo que no les asegura si ganarán por esa razón, pero confiar solamente en la capacidad creativa de sus grandes figuras, es suicida.
Lo mismo cabe decir del mercadeo en la empresa: sin un plan estratégico para cada línea de productos, para cada vendedor, para cada región y para cada época del año, apropiadas a cada segmentación de clientes, nos parecemos cada vez más a Maradona, mientras que el resto son Bielsa, Guardiola, Capello, Del Bosque.
Elija y no coma cuentos: Res non verba, lo que no quiere decir que las vacas no hablan sino que son los resultados los que cuentan. Hechos, no palabras: la única verdad es la realidad.

Leopoldo Barrionuevo
leopoldo@amnet.co.cr

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