"Estamos leyendo a Rusia de forma primitiva cuando pensamos que todas sus acciones tienen como objetivo perjudicar a Occidente"
Ángel Bermúdez (@angelbermudez) - BBC News Mundo | Martes 11 enero, 2022
Tres décadas después de la disolución de la Unión Soviética y luego de un periodo de relativa distensión, Moscú parece haberse colocado nuevamente como un feroz adversario de Occidente.
La relación entre Rusia y Occidente se ha venido deteriorando en los últimos años. Moscú invadió Crimea en 2014 y ha sido acusada no solo de intentar desestabilizar Ucrania, sino también de inmiscuirse en las elecciones estadounidenses de 2016 y, más recientemente, de ayudar al presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, a crear una crisis migratoria a las puertas de la Unión Europea.
Rusia también se estableció como una potencia de referencia en Medio Oriente tras su intervención en Siria y ayudó a mantenerse a flote al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, cuando este fue desconocido por gran parte de los países de América Latina y sometido a sanciones por parte de Washington en 2019.
Estas jugadas pueden llevar, sin embargo, a una lectura apresurada y errada de la política exterior de Rusia, según advierte Kadri Liik, analista principal del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores especializada en Rusia.
En esta entrevista con BBC Mundo, esta experta advierte que las acciones de Moscú no deben leerse únicamente como un plan para confrontar a Occidente y señala, más bien, que responden a sus esfuerzos de buscar su lugar en un mundo caótico que está siendo delineado por la creciente competencia entre Washington y Pekín.
(Esta entrevista fue realizada antes de los acontecimientos en Kazajistán, pero lo que ocurre en ese país no va en contra sino que refrenda lo que plantea la experta sobre Rusia y Vladimir Putin).
Rusia parece estar constantemente en el lado opuesto de Estados Unidos y de sus aliados en muchos temas. ¿Moscú sigue siendo el enemigo implacable de Occidente?
Moscú sigue siendo un adversario en varios temas, sin duda, pero no todas y cada una de sus acciones se centran en Occidente, con el objetivo de dañarlo de alguna manera.
En muchas ocasiones, Rusia simplemente sigue su propia agenda. Siria podría ser un buen ejemplo. Rusia intervino allí para evitar que el régimen de Bashar al Asad colapsara y eso puede haber chocado con las aspiraciones de Occidente, que buscaba un cambio de régimen en Siria en ese momento.
Pero ahora, si mira cómo se ha quedado Rusia allí y qué está haciendo, ya no se trata de Occidente, porque la coalición occidental se marchó de Siria, mientras Rusia sigue en la región como un foco de poder importante debido a la influencia que eso le otorga en otras áreas como la económica.
En retrospectiva, uno de los efectos secundarios importantes para Rusia ahora es que Arabia Saudita ha comenzado a considerarla mucho más en serio, incluso cuando Rusia habla sobre temas como las cuotas de producción petrolera.
No intento decir que Rusia ahora es un país amigo de Occidente. Definitivamente, no. Moscú tiene muchas sospechas sobre Occidente, muchas críticas. A veces, sus objetivos son muy diferentes a los nuestros.
Pero estamos leyendo a Rusia de forma demasiado primitiva, cuando pensamos que todas y cada una de sus acciones tienen como único objetivo perjudicar a Occidente.
Es mucho más complicado y para Rusia esto es, de alguna manera, novedoso porque por primera vez experimentan un mundo con esta multipolaridad.
Hay muchas potencias y ahora las superpotencias no tienen influencia hegemónica sobre los actores más pequeños. Este mundo es muy caótico para ellos y no saben cómo operar en él, por lo que también están experimentando y tratando de ver cómo pueden acumular influencia y aplicarla.
Eso también está detrás de muchas de sus acciones, incluso en lugares como África.
Entonces, ¿Rusia ya no está obsesionada con Occidente?, ¿ya no es el enemigo tradicional de antes?
Sí, creo que es un mensaje correcto. Están tratando de superar la obsesión. Todavía puedes ver rastros de ella aquí y allá.
En algunos temas, la obsesión se manifiesta con más fuerza, en otros temas menos, pero ellos entienden que en el mundo algo ha cambiado o está cambiando, pues el dominio que Occidente tuvo sobre el mundo durante los últimos 500 años se está erosionando porque el poder está tan compartido política y económicamente.
La participación relativa de Occidente en el PIB mundial es cada vez menor si se compara con el resto y eso tiene sus implicaciones.
Los rusos reconocen que han tenido una gran obsesión con Occidente, pero muchos de ellos ahora se preguntan si esa es la lente adecuada a través de la cual ver el mundo de hoy.
He encontrado grandes y fascinantes debates intelectuales en Rusia que han pasado inadvertidos en Occidente, en parte, porque no muchos de nosotros leemos ruso y porque gran parte del debate entre los expertos no es exactamente público.
Lo que los rusos hacen público, a menudo a través de canales de propaganda, son mensajes mucho más primitivos. Creo que es realmente importante el debate sobre política exterior que está ocurriendo en Moscú, donde hay gente tratando de repensar muchos de los dogmas de los últimos 30 años.
Durante años la idea de crear un mundo multipolar donde Estados Unidos no sea una potencia hegemónica ha sido un objetivo central de la política exterior rusa, pero en un artículo reciente usted escribió: "para Rusia ahora, el mundo realmente se siente multipolar y no lo están disfrutando". ¿Por qué no lo disfrutan?
Es una de las ironías de la vida, ya sabes, ten cuidado con lo que deseas. Rusia ha buscado este tipo de mundo multipolar, pero ha resultado ser simplemente mucho más caótico y muy difícil de manejar.
No es el tipo de mundo que Rusia pudo haber imaginado cuando comenzó a promoverlo. Cuando Yevgeniy Primakov [entonces ministro de Exteriores de Rusia] acuñó la frase en la década de 1990, el mundo multipolar se trataba de limitar la hegemonía estadounidense.
Pero para Putin ahora se trata de gestionar un mundo mucho más complicado. Ahora no hay un principio de organización del mundo probado y comprobado.
Entonces, todo tipo de potencias están experimentando formas de conseguir influencia. Hay confusión entre muchas grandes potencias: qué deberían querer, en qué deberían centrarse, porque en este momento no es evidente. Es un tema de debate.
Para Rusia, en realidad, es difícil. Este no es el tipo de mundo organizado que Rusia podía haber deseado.
¿Cuáles son los retos de este mundo multipolar y cómo los está enfrentando Rusia?
El desafío es realmente el caos. No sabes cuáles de tus socios son confiables y cuáles no; quién puede cumplir con los compromisos, quién no; a quién puedes creerle y a quién no.
Hay una gran variedad de factores que cambiaron y que no puedes controlar. Así que intentas identificar dónde intervenir, dónde no; cómo fijar metas. Es mucho más complicado. Creo que para Putin el mundo ideal estaría controlado por un puñado de grandes potencias.
A menudo, él menciona el sistema de Yalta como un buen ejemplo y muchos de nosotros en Europa pensamos que es un intento cínico de volver a la división europea de la era de la Guerra Fría.
No creo que ese sea el caso. Moscú, sin duda, quiere tener algún control sobre algunos países de la vecindad como Ucrania y Bielorrusia, definitivamente.
Sin embargo, Rusia sabe que no puede volver a esa época. Entonces, cuando Putin dice Yalta, creo que se refiere a un mundo administrado por un puñado de grandes potencias, cada una de las cuales tiene control sobre cierta parte del mundo con algunas potencias más pequeñas.
Podemos debatir cuántas: 7, 10, 12 grandes potencias que organicen los asuntos del mundo entre ellas. Pero ese no es el caso. Ni siquiera organizaciones como el G20, pueden administrar el mundo de manera integral y global. Así que hay mucho caos en el mundo de hoy.
Si el objetivo no es oponerse a Occidente, ¿qué está haciendo Rusia en lugares como Siria, Mali o Venezuela? Se entiende que Ucrania es un tema diferente, pero estos son lugares lejanos…
Un ruso respondería a esa cuestión preguntando qué está haciendo Occidente allí. Creo que hay una lógica diferente detrás de cada uno de estos lugares. El dinero no es un interés más occidental que ruso.
Siria comenzó como una especie de declaración filosófica, porque el presidente Putin realmente piensa que Occidente se equivoca cuando impulsa revoluciones democráticas en Medio Oriente o en el vecindario postsoviético que terminan en el caos.
En su opinión, no todos los países están preparados para la democracia y esta no se debe imponer por la fuerza. Es importante mantener las cosas bajo control y, a menudo, eso se hace apoyando al hombre fuerte local que puede encargarse de ello.
Así Rusia resuelve su propia rebelión interna en Chechenia. Básicamente, han entregado todo el poder a Kadyrov, quien mantiene el área bajo control. Esa es la misma filosofía detrás de la intervención rusa en Siria. Necesitamos apoyar a Asad porque es el único que puede mantener algún tipo de orden en el país.
Para Putin también fue una forma de demostrarle a Occidente cómo hay que manejar una situación como esa. Pero como dije, las cosas han evolucionado desde entonces. Ahora se ha transformado en algo totalmente diferente y Rusia disfruta siendo un actor poderoso en Medio Oriente.
Es una de las pocas potencias que realmente puede hablar con todos en la región. Rusia habla con Irán e Israel, con Turquía y con Asad. Actores que no se toleran entre ellos.
Rusia encuentra una manera de hablar con todos y eso la convierte en un actor regional realmente importante, lo que a su vez mejora su influencia sobre otras áreas como la economía lo que incluye, como mencioné, temas como los precios del petróleo, que es el sustento de Rusia.}
Ahora todos los que quieran que se haga algo en Medio Oriente necesitan hablar con Rusia y ella, por supuesto, disfruta de esa multiplicidad de contactos y puede usarlos para todo tipo de fines.
Hay una lógica muy similar detrás de sus intervenciones en África. Los vínculos africanos son importantes. África es donde Rusia está experimentando, dando carta blanca a algún agente independiente en política exterior como el Grupo Wagner, la compañía militar privada rusa.
Ellos, por supuesto, hablan con el Kremlin. No son como una fuerza independiente. Eso es una exageración, pero aún así, no significa que toda su agenda esté establecida por el Kremlin. Están impulsados por el dinero.
Entonces, si Mali los invita a trabajar allí y se ofrece a pagar, la empresa quiere. Y eso es muy cómodo para el Kremlin porque puede beneficiarse de ese compromiso, si funciona, y puede ignorarlo, si no.
Si algo sale completamente mal, pueden lavarse las manos y decir que es una empresa militar privada. "No sabíamos nada, no estuvimos involucrados". Eso ya lo han hecho antes en Siria.
Ellos pueden distanciarse de Wagner, por lo que esta empresa es una herramienta bastante buena para probar una situación diferente y, por supuesto, si eso da como resultado una mayor capacidad de influencia para Rusia, mejor.
Eso lo han experimentado en otros países de África. Y han visto los efectos. Antes nadie quería hablar con ellos y ahora todos vienen a ellos. Son un jugador importante y eso se transforma en contactos que se pueden aprovechar para todo tipo de apalancamiento.
Y aumentar la capacidad de influencia no es la cosa más estúpida que se puede hacer en un mundo que está sumido en el caos.
Puede ser difícil establecer objetivos porque no sabes cómo será el orden mundial futuro, cuáles son los puntos que se deben enfatizar, pero invertir en obtener influencia nunca está de más.
Eso te convierte en una pieza clave, cuando haya que establecer un orden mundial futuro. Esa debería ser una política bastante inteligente para un país como Rusia.
Venezuela es otra historia. Creo que allí se trata en parte de enviar una señal a Estados Unidos: ves que también podemos hacer cosas en tu vecindario, así que ten cuidado. En parte, la idea es trolear a Occidente al operar allí, tan cerca de Estados Unidos, etc.
Mi argumento es que detrás de todas estas acciones hay razonamientos y niveles de estrategia muy diferentes. Algunos son más estratégicos, como Siria. Algunos son más sobre trolling, otros son muy emocionales, como Ucrania, que creo que toca las emociones personales de Putin y ni siquiera es una cuestión muy racional.
Usted ha dicho que este esfuerzo de Rusia para hacerse más influyente es, en parte, "una estrategia de adaptación a un mundo que ahora es delineado principalmente por la competencia entre Estados Unidos y China". Pero, hasta ahora, nadie ha acusado a Moscú de intentar perturbar los planes de Pekín, mientras que constantemente es señalado de buscar afectar los planes de EE.UU. en todas partes. ¿A qué se debe esto?
Dale tiempo. Para Rusia, el problema ha sido la hegemonía estadounidense. Así ven las cosas ahora. Ellos creen honestamente que Estados Unidos ha estado tratando de derrocar al gobierno en Moscú y señalan que China nunca ha intentado intervenir en los asuntos internos de Rusia.
Ni siquiera le dieron apoyo a los comunistas rusos en la década de 1990, cuando ellos eran el principal competidor del gobierno de Yeltsin, a quien Estados Unidos apoyó con fuerza.
EE.UU. es considerado como mucho más peligroso para el régimen en Rusia. China no es un peligro en la misma escala y eso define el nivel de urgencia.
Acabo de escribir sobre la relación entre Rusia y China. Mucha gente me dijo que cree que Estados Unidos quiere hacerles daño ahora. China podría convertirse en un problema en 10 años. Para ellos está claro a qué país deben dirigirse primero y a cuál segundo, pero eso es todo.
De hecho, ya puedo ver cómo Rusia se enfrenta a China y es un poco irónico. Creo que ellos comenzarán a cubrir sus apuestas lentamente y mantendrán su distancia con China en ciertas esferas.
Es interesante ver cómo Rusia lo hace, por ejemplo, en temas de ciencia y tecnología. Moscú ha establecido un sistema de reconocimiento facial que funciona bastante bien.
La tecnología que emplea es rusa, en la medida de lo posible. Y si no, es estadounidense. No es china porque no confían en Pekín. Ellos saben muy bien que las empresas estadounidenses no tienen que responder ante el gobierno de Washington, como sí tienen que hacer las empresas chinas con Pekín.
Hasta ahora, Rusia no ha tenido ninguna razón para perturbar los planes globales de China. De hecho, en varias ocasiones han acogido los deseos de Pekín.
Pero no están realmente contentos con la llamada diplomacia de los "guerreros lobo" de China. Por ahora, no lo ven como algo que esté dirigido conscientemente contra Rusia. Pero aun así, no creo que lo estén disfrutando.
Creo que es solo cuestión de tiempo. China es una potencia en ascenso y creo que Rusia comenzará a reaccionar cuando vea manifestarse el poder de Pekín.
La otra cuestión, por supuesto, es qué opciones tiene. Para Rusia, China es un país muy poderoso que está justo al lado de la frontera, por lo que es realmente estratégico para Moscú mantener una especie de relación tranquila y cordial.
Un antagonismo con China sería muy difícil para Rusia, y ellos no querrían pelear en dos frentes, con Estados Unidos y con China.
Usted ha dicho que tanto Rusia como Occidente tienen conceptos erróneos obsoletos acerca del otro. En el contexto de la crisis en Ucrania eso hace sonar muchas alarmas. ¿Cuán preocupante es esto?
Sí, lo es. De hecho, estoy contenta de que Putin y Biden ahora estén discutiendo sobre esto y parece que se están entendiendo. No es un diálogo de sordos, que es lo que a veces ha ocurrido entre Putin y los líderes de Occidente.
No es el caso ahora y creo que eso hace que la relación sea más manejable, porque cuando se trata de Ucrania, los conceptos erróneos de Rusia sobre Occidente son irracionales. La idea de que lo que sucedió en Ucrania en 2014 fue un golpe de Estado fabricado por Occidente en lugar de una revolución popular, es increíblemente equivocada.
A Occidente le gustó la Revolución ucraniana de 2014, pero no la inició. No es posible impulsar cosas así. Es sorprendente cómo la gente en Moscú puede de manera sincera leer esto de una forma tan diferente.
Muchos de ellos están completamente equivocados sobre Ucrania y creo que Putin tiene una tendencia a subestimar el papel de las sociedades en los asuntos mundiales y a sobrestimar el papel de los servicios secretos. Y esa es la lente por la que también ve los eventos ucranianos de 2014.
Por supuesto, si ya piensa que todo fue inspirado en Occidente, entonces se pregunta por qué y cuál era la intención. Luego ve que Ucrania ha estado cooperando más con la OTAN, pero -en realidad- esa ha sido una iniciativa de Ucrania.
Ellos entienden que no serán admitidos en la OTAN en el corto plazo, por lo que quieren acercarse lo más posible en la práctica a la OTAN y cooperar, recibir entrenamiento, etcétera.
¿Cree posible superar esta falta de entendimiento común entre Rusia y Occidente?
No creo que lo superemos, pero es posible gestionarlo. Se pueden discutir ciertos temas para calmar la situación y hacerla más manejable. Según escuché, uno de los planes es discutir la disposición de las fuerzas militares en la región: qué tropas tienen derecho a estar dónde y en qué cantidad.
Hay cosas que no se pueden discutir, porque Occidente no puede prometerle a Putin que la OTAN no se ampliará a Ucrania o algo por el estilo. Eso no es posible.
Pero la disposición de las fuerzas militares es una cuestión técnica, razonable e importante que se puede discutir y, al gestionar estas cosas, se puede calmar la situación de alguna manera sin tener que hacer una declaración política que no quieres o que no puedes hacer.
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