Entre héroes y antihéroes
Nombremos más héroes nacionales, los necesitamos. Pero no olvidemos honrar como lo merecen a todos los anónimos, valerosos titanes, que construyen y sostienen cada día lo mejor de la nacional
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 15 septiembre, 2010
La insólita polémica surgida por el deseo de nombrar a Juan Rafael Mora Porras como héroe nacional, parece haber puesto de repente al descubierto que Costa Rica tiene una carencia, que algunos consideran lamentable, de este tipo de personajes.
Es verdad que el único héroe nacional que hoy se reconoce públicamente y en forma generalizada como tal, es Juan Santamaría.
Pero no es menos verdad que muchísimos costarricenses tienen en su fuero interno el hondo sentimiento de considerar como sus héroes a otros nacionales, vivos o pertenecientes ya a nuestra historia, que tuvieron una vida tal y realizaron cosas tales por el bien de la patria y sus habitantes como para llevar con gran propiedad ese título.
Por otra parte, pareciera que más que preocuparnos por tener más o menos héroes, lo que debería desvelarnos y producirnos una toma de conciencia, es la necesidad de darles el reconocimiento debido, aunque no sea en carácter de héroes nacionales, a los miles de costarricenses que con su vida y sus acciones demuestran, cada día, como aman a la patria y a sus semejantes.
Estos costarricenses de ambos sexos, honestos, laboriosos, productivos, que construyen minuto a minuto hogares sólidos y armoniosos, que cuidan y educan a sus hijos dándoles ejemplo de decencia, respeto, amor, dignidad y trabajo, también deben ser reconocidos.
Es verdad que la Costa Rica de hoy necesita héroes. Pero más necesita que sus antihéroes rectifiquen. Son ellos los que sembraron la semilla de los antivalores y la regaron lo suficiente como para que germinara y esparciera sus nefastos frutos en la mentalidad de jóvenes y no tan jóvenes lanzándolos al contaminante lodazal de la corrupción y el dinero fácil a costa de la virtud.
Si tomamos conciencia de la magnitud de ese daño, estaremos ya en la ruta de corregirlo y se descorrerá entonces el telón para mostrar a esa multitud de personas honestas que forman un verdadero ejército custodio de los mejores valores, hoy arrinconados y asustados tras bambalinas.
Nombremos más héroes nacionales, los necesitamos. Pero no olvidemos honrar como se merecen a todos los anónimos, valerosos titanes, que construyen y sostienen cada día lo mejor de la nacionalidad.