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Jueves, 28 de marzo de 2024



EDITORIAL


Enojo ciudadano rehabilita bipartidismo

| Jueves 16 mayo, 2013




¿Qué significa que los socialcristianos surjan nuevamente como segunda fuerza política, tal como lo fueron en el pasado, cuando el país tenía ese bipartidismo?


Enojo ciudadano rehabilita bipartidismo

Debilitada la democracia costarricense por el descontento de la población hacia la clase política, lo que podría aumentar el abstencionismo en las próximas elecciones nacionales, aparece como algo nuevo en el panorama la posibilidad del bipartidismo, como lo sugiere una nota de este medio el martes anterior, a partir de las últimas encuestas.
Esto se da después de haberse llegado a un fuerte enojo de una gran parte de la población, enfado que parece centrarse en la corrupción, una de cuyas consecuencias ha sido el entrabamiento del país por falta de confianza en el gobierno.
La incapacidad, o ausencia de voluntad política, para manejar correctamente la opción de concesión de obra pública, no solo de la presente administración, sino también de las anteriores, mantiene en crisis la infraestructura vial, por citar solo un caso.
Es evidente que los gobiernos no han atendido el problema a tiempo. Si no se sabía concesionar bien y transparentemente, con contratos bien elaborados y supervisión adecuada y permanente, se debió encontrar otra forma de atender las carreteras desde hace muchos años.
¿Qué significa ante esto y muchos otros rezagos el que los socialcristianos surjan nuevamente como segunda fuerza política en el país, tal como lo fue en el pasado, en donde esta agrupación y su oponente Liberación Nacional se turnaban en el poder?
Podrían tal vez llevarse a cabo negociaciones entre las dos agrupaciones para permitir el avance de la nación.
Para llegar a esos acuerdos deberían mantener diálogos permanentes y llegar a inteligentes consensos en donde ambas partes cedan algo y logren también algo, en el buen sentido, no como estrategia oscura bajo la mesa, sino en forma pública y transparentemente, para beneficio de todo el país.
Podría, en el mejor de los casos comprender la clase política nacional que son urgentes políticas de estado que superen los gobiernos de turno de cada cuatro años. Podría surgir una luz en el horizonte si abandona los mezquinos intereses para avanzar en realidad hacia un desarrollo sostenible, en donde convivan adecuadamente el crecimiento económico y el social.
Aún es temprano para predecir qué pasaría. Pero al menos podría haber una diferencia que solo sería importante y trascendente si ese bipartidismo compite por hacer lo mejor para el bien común, en vez de desgastarse en insultos y pleitos de baja categoría como los que hemos tenido que soportar ya tantas veces.







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