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El trípode del líder

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 27 julio, 2010




El trípode del líder

“Integridad, inteligencia y energía. Contrate a alguien sin la primera y las otras dos le matarán”. Esta advertencia de la escritora Janet Lowe debe ser fuente de reflexión para dirigentes que procuran ser creíbles.
Por más que se pregonen el trabajo en equipo y la responsabilidad compartida, hay una realidad: los número uno en las organizaciones tienen un gran poder; “si estornudan mucha gente se resfría”. Entonces, ¿qué caracteriza a los líderes que cautivan la voluntad de otros para seguirles? ¡Congruencia! Sí, integran tres pilares: su discurso, su pasión y sus conductas visibles. Pilares sembrados en terrenos abonados con valores.
Las cualidades más apreciadas cuando se evalúa a los líderes, son la integridad y la honestidad. Lorin Woolfe, especialista en liderazgo, afirma que si el líder no se ha ganado la confianza de la gente manteniendo su palabra, no llegará lejos, porque será acompañado por los demás hasta ciertos límites. Quienes cambian constantemente su discurso, no cumplen sus promesas o juegan con la buena fe de sus colaboradores, se ponen a sí mismos un techo porque al llegar a la frontera de su credibilidad dejan de ser líderes, aunque sigan siendo jefes.
Hay algunos casos de dirigentes que, con tal de ganar, pasan por encima de sus palabras (primer pilar) aunque las hayan pronunciado con pasión (segundo pilar); lo paradójico es que, a veces, se salen con la suya, pero pronto caen al abismo y no son premiados con los resultados más importantes. Es como si una fuerza superior vigilara la presencia del tercer pilar: las conductas visibles.
España no solo ganó el Mundial en Sudáfrica 2010, sino también el premio “Fair Play”, por segundo mundial consecutivo. Fue el equipo que más se apegó al juego limpio; apenas recibió ocho tarjetas amarillas, ninguna expulsión, e hizo la mitad de las faltas que recibió. Su técnico, Del Bosque, destacó que en los 50 días de concentración no tuvieron ni un solo problema; siempre prevalecieron el respeto, el diálogo y la confianza, pese a sus diferencias en orígenes regionales. ¡Tremenda lección de congruencia entre discurso, emociones y conductas!
No se trata de que los líderes sean “santos” sino congruentes, incluso para reconocer sus errores y rectificarlos. ¿Quién no se ha debilitado en alguno de sus tres pilares? No obstante, la congruencia también consiste en reconstruir el trípode cada vez que lo debilitemos por nuestra condición humana.

German Retana
german.retana@incae.edu







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