El Sibarita
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 25 mayo, 2012
El Sibarita
El concepto tradicional del gourmand, el del sibarita (términos parecidos, pero no iguales), personajes que con adjetivos elegantes y lenguaje frecuentemente rico y complejo reconocen y describen sabores e ingredientes casi poéticamente, están en vías de extinción. El punto es que muchos de los amantes refinados de la cocina en su interpretación clásica desgraciadamente o tiene índices de colesterol altos, o presión alta o tristemente sufren de diabetes o en el mejor de los casos muestran una figura grande y hermosa.
La moderación no es madre de ninguna de las definiciones mostradas anteriormente y eso hace que inevitablemente, aquel que hoy desee hincarle el diente de forma desenfrenada a todo lo sabroso, deberá de pensarlo dos veces.
Podríamos decir también, que las audiencias modernas y los que están tomando el control progresivamente, los llamados “Milleniums” poco interés tienen por la pomposa descripción de platos e ingredientes, más bien quieren saber de dónde viene el bendito ingrediente o plato, cómo se come, su historia, a qué sabe, el contenido calórico, pero sobre todo buscan la experiencia, aquella que incluye el entorno más allá del plato.
Llega entonces la figura del práctico conocedor de comidas y bebidas, el del irreverente que rompe reglas para divertirse y experimentar sin remordimientos dogmáticos, el que desea aventurarse conociendo, eso sí, las leyes de la química del maridaje lógico sin convertirlo en un fin en sí mismo.
Ese libre pensador de la gastronomía sobresaldrá como lo hicieron en el pasado, el sibarita clásico y el gourmand.
¡Buen provecho y hasta la próxima semana!
El concepto tradicional del gourmand, el del sibarita (términos parecidos, pero no iguales), personajes que con adjetivos elegantes y lenguaje frecuentemente rico y complejo reconocen y describen sabores e ingredientes casi poéticamente, están en vías de extinción. El punto es que muchos de los amantes refinados de la cocina en su interpretación clásica desgraciadamente o tiene índices de colesterol altos, o presión alta o tristemente sufren de diabetes o en el mejor de los casos muestran una figura grande y hermosa.
La moderación no es madre de ninguna de las definiciones mostradas anteriormente y eso hace que inevitablemente, aquel que hoy desee hincarle el diente de forma desenfrenada a todo lo sabroso, deberá de pensarlo dos veces.
Podríamos decir también, que las audiencias modernas y los que están tomando el control progresivamente, los llamados “Milleniums” poco interés tienen por la pomposa descripción de platos e ingredientes, más bien quieren saber de dónde viene el bendito ingrediente o plato, cómo se come, su historia, a qué sabe, el contenido calórico, pero sobre todo buscan la experiencia, aquella que incluye el entorno más allá del plato.
Llega entonces la figura del práctico conocedor de comidas y bebidas, el del irreverente que rompe reglas para divertirse y experimentar sin remordimientos dogmáticos, el que desea aventurarse conociendo, eso sí, las leyes de la química del maridaje lógico sin convertirlo en un fin en sí mismo.
Ese libre pensador de la gastronomía sobresaldrá como lo hicieron en el pasado, el sibarita clásico y el gourmand.
¡Buen provecho y hasta la próxima semana!