El reto de la competitividad
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 13 noviembre, 2007
La necesidad que existe en el país de mejorar en cuanto a competitividad es una situación que no debe esperar.
Costa Rica ha descuidado por años el tema y ha hecho poco por facilitar las opciones para que nuevas empresas se instalen en el país o bien que nuevos proyectos productivos surjan.
En lugar de ello se ha venido enredando paulatinamente en su propia telaraña burocrática y legal, con la creación —cada vez más— de nuevas normas que se establecen bajo el pretexto o la intención de procurar una fiscalización adecuada, pero que, en lugar de ello, se convierten en laberintos jurídicos.
En numerosas oportunidades LA REPUBLICA ha alertado sobre esta situación que ha sido analizada no solo por expertos locales, sino también por diversos organismos internacionales, los cuales, desde sus propias tribunas, han alcanzado a olfatear las dimensiones del problema.
No es para menos. El país aún mantiene un gran potencial para atraer nuevas inversiones. La estabilidad política, la paz social, la mejora en indicadores económicos, la calidad de la mano de obra, todos son poderosos imanes para aquellas compañías con visión expansionista que deseen establecer operaciones en la región.
Sin embargo, todo ello se destiñe ante los múltiples problemas que deben enfrentar para poder instalarse. Semanas de trámites engorrosos, papeleos en una y otra oficina gubernamental, plazos extensos para recibir una respuesta, largas filas de espera para obtener permisos ambientales o de construcción. Todo esto se conjunta para manchar el buen nombre que Costa Rica logra cosechar en otros aspectos.
La actual administración ha prometido echar a andar la maquinaria y comenzar el barrido con la burocracia excesiva. No obstante, hasta ahora esos planes se han quedado en pequeños arranques que no han logrado mover las raíces del problema.
Es necesario que las autoridades a cargo del tema ejecuten de una vez por todas los planes que por mucho tiempo no han pasado más allá del papel.
Esto es una tarea que no debe dilatarse, sobre todo dado el interés que el propio gobierno actual ha puesto en temas como el establecimiento de nuevas relaciones diplomáticas, la búsqueda de más empresas y el fortalecimiento de los negocios a nivel internacional.
La oferta para esos nuevos inversionistas debe ser la de un país que quiere hacer bien las cosas y actúa de acuerdo con lo que promulga. Injusto sería que caigan en el pantanoso engaño de la burocracia actual.