El principio del fin
| Martes 11 octubre, 2016
El principio del fin
Sebastián Trejos Zamora
Ced. 1-1649-0361
Estudiante de Relaciones Internacionales
Recientemente los colombianos decidieron por un margen de menos del 1% no apoyar el plan de paz del presidente Juan Manuel Santos, esto no solo dejó a los colombianos atónitos, sino que toda la comunidad internacional vio derrumbarse el primer intento de paz en Colombia después de 50 años de conflictos; esta decisión no significa que la población prefiera la guerra por la paz; pues no, simplemente no está de acuerdo con puntos establecidos en el plan de paz, muchos a favor de las FARC.
Cuando el presidente Santos anunció que retomaría las negociaciones para la paz, muchos no se esperaron que el Gobierno cediera en demasía a las peticiones de las FARC, diversas autoridades, prensa y población criticaron la forma de negociar de las autoridades, el disgusto de la población colombiana yace sobre los puntos duramente criticados por ellos; entre estos destacan que el grupo guerrillero (las FARC) tendría alrededor de 30 curules en el parlamento colombiano, 30 emisoras de radio, un canal de televisión, y múltiples recursos financieros para que los más de 5.500 guerrilleros se pudieran “acoplar” a la sociedad, entre otros puntos, todo esto pagado por el bolsillo de los colombianos.
Pero el punto que “pone el dedo en la llaga” de los colombianos es la impunidad que tendrían muchos de estos guerrilleros sobre los crímenes cometidos, otros irían a la cárcel, pero a cumplir penas absurdas comparadas con los crímenes cometidos; por ejemplo como podría ser que una persona como Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”, el jefe de las FARC, cumpla una pena reducida o quede totalmente impune a pesar de tener más de 100 órdenes de captura, una situación que no se puede pasar por alto.
Es notable que, un error que cometió el presidente Santos fue excluir de la negociación a una importante parte de la población representada en este caso por el “NO”, abanderado por el expresidente Álvaro Uribe, el cual en varios momentos señaló que los colombianos no iban a tolerar una impunidad para el grupo de las FARC, porque el Gobierno los trata a ellos como las víctimas del conflicto.
Los colombianos quieren paz, pero no a cualquier precio, quieren ver que los responsables de años de conflictos paguen por las atrocidades cometidas hacia la población, y no como dijo el presidente Santos que, si los colombianos quieren la paz, es necesario tragar unos sapos (en referencia a la impunidad de los guerrilleros).
¿Qué sigue en la negociación?
El cese el fuego continúa por ambas partes, a pesar de que las FARC indicaron que no regresarían a las montañas. Por lo cual las partes involucradas en la negociación, sean el Gobierno colombiano, las FARC, los mediadores noruegos, cubanos y los encargados por el desarrollo correcto del plan los chilenos y en cierta parte los venezolanos, deben presionar al Gobierno para que se incluya en las negociaciones la posición del “NO”, que estos sean escuchados con más atención; por otro lado, las FARC deberán ceder en algunos puntos de la negociación y dejar de jugar ante el Gobierno colombiano el papel de “víctimas”.
Es aquí donde se resalta el papel de los negociadores pues deberán intentar llegar a un punto medio, para que el pueblo colombiano quede satisfecho con el plan de paz.
Si bien a Juan Manuel Santos le quedan solo dos años de gobierno, lo único que resta por hacer por parte de la comunidad internacional es sentarse y esperar a un acuerdo que sea respaldado por la mayoría de los colombianos, un hecho que marcaría un antes y un después para este gran país sudamericano.