El poder de la mentira
| Sábado 22 diciembre, 2007
El poder de la mentira
LA REPUBLICA publica la columna de don Alberto Cañas, relevante y prestigioso intelectual costarricense. Aun cuando no se concuerde con él, se le reconoce su depurado lenguaje y su afilada e incisiva pluma.
Por ese motivo sorprendió su “Chisporroteos” del 5 de diciembre en la que utilizó un lenguaje soez e irrespetuoso para referirse despectivamente a los mandatarios de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Una vez más se confirma como la mentira sistemática al mejor estilo goebbeliano difundida por el gobierno de Estados Unidos y los medios a su servicio, gana adeptos incluso dentro de sectores intelectuales de los que se espera un mínimo de seriedad aun cuando profesen ideas políticas diferentes.
Antes de repetir calificativos sobre mandatarios o regímenes políticos, se debe profundizar en la historia de esos pueblos y las normas jurídicas que los rigen. En el caso de Cuba, se niega que nuestro país sea un Estado de derecho con una larga tradición jurídica. Las dos revoluciones cubanas del siglo pasado, 1930 y 1959, tuvieron como catalizador, la violación de la Constitución.
La actual Carta Magna fue aprobada en referendo el 24 de febrero de 1976. Previo a la votación y durante casi un año, el proyecto constitucional fue sometido a debate popular y se recogieron miles de propuestas que después de consensuadas, se introdujeron en el texto que finalmente fue aprobado por el 97,7% de los electores. Es una de las razones que explican una asistencia a las urnas de más del 95% en todos los procesos electorales.
Nuestro Jefe de Estado, debe, primero, ser propuesto por el pueblo (no por la cúpula de un partido) como candidato a diputado; después ser electo por el 50% más uno de los electores y posteriormente elegido miembro y Presidente del Consejo de Estado por la Asamblea Nacional del Poder Popular integrada por 612 diputados. ¿Cuál es la diferencia con un sistema parlamentario?
En 17 de las 25 naciones de la Unión Europea, sus gobernantes podrían haber permanecido mucho más de 50 años si así lo hubiesen decidido sus pueblos en las elecciones. Fidel ha sido y será nuestro Jefe de Estado tanto tiempo como lo decidamos la inmensa mayoría de los cubanos que residimos en la isla.
No existe norma de derecho internacional que establezca un modelo único de democracia. Todas señalan que los pueblos tienen derecho a la autodeterminación y en virtud de ello establecen libremente su condición política. No se debe irrespetar a los pueblos que por propia voluntad y en ejercicio pleno de su soberanía e independencia se han dado su sistema aunque se tengan otros conceptos sobre democracia, por cierto, muy cuestionados actualmente.
La columna “De cal y de arena” el día 6, nos demuestra que en medio de la guerra mediática, siempre hay quien sabe distinguir la paja del trigo. Es importante que no todo el mundo se deje ganar por la mentira.
Lic. Jorge Rodríguez Hernández
Cónsul General de la República de Cuba
Pasaporte 247791
LA REPUBLICA publica la columna de don Alberto Cañas, relevante y prestigioso intelectual costarricense. Aun cuando no se concuerde con él, se le reconoce su depurado lenguaje y su afilada e incisiva pluma.
Por ese motivo sorprendió su “Chisporroteos” del 5 de diciembre en la que utilizó un lenguaje soez e irrespetuoso para referirse despectivamente a los mandatarios de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Una vez más se confirma como la mentira sistemática al mejor estilo goebbeliano difundida por el gobierno de Estados Unidos y los medios a su servicio, gana adeptos incluso dentro de sectores intelectuales de los que se espera un mínimo de seriedad aun cuando profesen ideas políticas diferentes.
Antes de repetir calificativos sobre mandatarios o regímenes políticos, se debe profundizar en la historia de esos pueblos y las normas jurídicas que los rigen. En el caso de Cuba, se niega que nuestro país sea un Estado de derecho con una larga tradición jurídica. Las dos revoluciones cubanas del siglo pasado, 1930 y 1959, tuvieron como catalizador, la violación de la Constitución.
La actual Carta Magna fue aprobada en referendo el 24 de febrero de 1976. Previo a la votación y durante casi un año, el proyecto constitucional fue sometido a debate popular y se recogieron miles de propuestas que después de consensuadas, se introdujeron en el texto que finalmente fue aprobado por el 97,7% de los electores. Es una de las razones que explican una asistencia a las urnas de más del 95% en todos los procesos electorales.
Nuestro Jefe de Estado, debe, primero, ser propuesto por el pueblo (no por la cúpula de un partido) como candidato a diputado; después ser electo por el 50% más uno de los electores y posteriormente elegido miembro y Presidente del Consejo de Estado por la Asamblea Nacional del Poder Popular integrada por 612 diputados. ¿Cuál es la diferencia con un sistema parlamentario?
En 17 de las 25 naciones de la Unión Europea, sus gobernantes podrían haber permanecido mucho más de 50 años si así lo hubiesen decidido sus pueblos en las elecciones. Fidel ha sido y será nuestro Jefe de Estado tanto tiempo como lo decidamos la inmensa mayoría de los cubanos que residimos en la isla.
No existe norma de derecho internacional que establezca un modelo único de democracia. Todas señalan que los pueblos tienen derecho a la autodeterminación y en virtud de ello establecen libremente su condición política. No se debe irrespetar a los pueblos que por propia voluntad y en ejercicio pleno de su soberanía e independencia se han dado su sistema aunque se tengan otros conceptos sobre democracia, por cierto, muy cuestionados actualmente.
La columna “De cal y de arena” el día 6, nos demuestra que en medio de la guerra mediática, siempre hay quien sabe distinguir la paja del trigo. Es importante que no todo el mundo se deje ganar por la mentira.
Lic. Jorge Rodríguez Hernández
Cónsul General de la República de Cuba
Pasaporte 247791