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FORO DE LECTORES


El origen de la educación occidental

| Lunes 22 agosto, 2011


El origen de la educación occidental

Al repasar algunos eventos que se vieron asistidos por el influjo del cristianismo en la historia de las sociedades, es evidente que la educación formativa propició un espacio abierto para que en ella interactuaran y evolucionaran diversos métodos de enseñanza, a tal punto que hoy día se puede afirmar sin aprensión, que difícilmente estaríamos ubicados en el actual nivel educacional si no fuera por tan significativo aporte.
Por su posición aislada del continente europeo, Irlanda se convirtió a partir del siglo VI en depositario de valiosos textos antiguos y meca del saber y de la enseñanza ante los desórdenes, conflictos y cataclismos que asolaban Europa continental, muchos de ellos por influencia de los bárbaros, pueblo menos desarrollado y con un marcado espíritu belicoso. Con la excepción de Roma y Bizancio, no existía otro hervidero cultural mayor que Irlanda. La difusión del griego, la escritura, la trascripción de escritos así como el arte de las miniaturas fueron algunos de sus quehaceres. De ahí partieron monjes que llevaron consigo toda esa erudición hacia el continente.
Durante el Renacimiento los letrados volvieron a repensar la síntesis que el cristianismo había hecho de la sabiduría pagana, desde una nueva óptica y utilizando nuevos métodos de enseñanza. El propósito educativo de grandes humanistas iba enfocado a resucitar la síntesis alcanzada por los padres de la iglesia, tratando de mantener el equilibrio formal entre el paganismo y el cristianismo. Juan Luis Vives escribía Satellitium Animi o Escolta del alma, donde se expresa notablemente cuál es el fin último de la formación. La educación tiene objetivos y rasgos intermedios que la caracterizan, pero la forma en que se ordenen es el principal colofón en la concepción pedagógica de la sabiduría cristiana. Decía además que el Estado, por razón de justicia y no solo de caridad, había de proteger e instruir al niño pobre.
Es relevante el papel del también valenciano San José de Calasanz, quien fundaba en el barrio romano de Trastevere, la que es considerada primera escuela pública y gratuita de la historia. Posteriormente San Juan Bautista de La Salle revolucionaba la pedagogía mundial con la innovación de impartir la lección colectivamente en un aula, rehusando la tradicional costumbre individual, así como la lectura de material didáctico en lengua vernácula y no en latín. Luego San Juan Bosco promueve el desarrollo de un sistema pedagógico moderno conocido como “Sistema Preventivo” en contraposición al “Sistema Represivo” imperante en la Europa del siglo XIX. Su objetivo era prevenir al joven de los peligros de la sociedad, a través de un oficio digno que le deparara un futuro mejor. Autor de muchas obras dirigidas a la educación juvenil, fue también un gran promotor de la imprenta ya que no solo la consideraba un oficio sino también un medio de comunicación de máxima trascendencia para su tiempo.
Muchos otros personajes cristianos y hermandades han contribuido a través del tiempo para la evolución del proceso pedagógico en la historia mundial, lo cual lleva a cuestionarse un aspecto en particular. Si el florecimiento académico no se hubiese llevado a cabo por innumerables personas ilustradas con criterios morales y muchas de ellas de manera desinteresada, aun renunciando a riquezas y patrimonios que por derecho propio les correspondían, ¿quién hubiera asumido el rol de la instrucción?, ¿el señor feudal?, ¿la realeza? o más concretamente, en nuestros tiempos, ¿no hemos heredado todo un sistema de enseñanza que ha llevado a la formación y éxito de grandes personajes e instituciones a nivel mundial? A veces, se enfoca más la atención en la mancha que presenta un cuadro y se deja de valorar la obra de arte que ha quedado plasmada en ella. Las personas e instituciones que han aportado a la humanidad, han sabido rescatar y apreciar todo lo que hay de perenne en la cultura y la han enriquecido con sus talentos. Renegar del pasado es cerrarse al futuro. Aprovechar las aportaciones y experiencias de tantos, es empezar a construir sobre bases más sólidas. Algo que clama a gritos nuestro país.

Rafael Salas Carillo
Ingeniero
Historiador con maestrías en teología e historia del arte





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