El hambre no importa
Mientras la población crece y el cambio climático pasa factura a los productores del agro, los líderes de las naciones poderosas obvian la necesidad de organizar los esfuerzos y recursos que
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 23 noviembre, 2009
Mil millones de seres humanos padecen hambre en el planeta. Este hecho, sin embargo, no parece impresionar demasiado a los líderes del G8 que prefirieron no asistir a la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria. A excepción del anfitrión, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, ninguno de los jefes de Estado del grupo de economías más industrializadas del mundo se hizo presente en el evento. De igual forma estuvieron ausentes las metas, compromisos y recursos nuevos para financiar la lucha contra el hambre en el globo. La cumbre generó una evidente disconformidad de las Organizaciones no Gubernamentales y de diversos movimientos sociales que ven como en la declaración final no figuran nuevas ayudas económicas para luchar contra el hambre, aunque sí el apoyo a los fondos aprobados en el pasado G8 de L'Aquila (Italia) de más de $20 mil millones en tres años. Pero aún falta que este dinero llegue para hacer frente a los más de mil millones de personas que pasan hambre en un planeta que para 2050 se estima que habrá superado la cifra de los 9 mil millones de habitantes. Este crecimiento demográfico va a incrementar la demanda de alimentos en la Tierra. Por otra parte la situación de las personas que no tienen los recursos mínimos para alimentarse podrá empeorar si se cumplen los vaticinios de muchos analistas financieros del incremento exponencial en los precios de alimentos tan básicos a nivel mundial como el arroz durante 2010. La tonelada del grano podrá duplicar su valor a $1 mil conforme el fenómeno El Niño reduzca la producción y Filipinas y la India aumente sus importaciones. Se espera que las existencias mundiales de arroz sean menores que el año pasado, cuando la escasez de alimentos desencadene disturbios desde Haití hasta Egipto. El hambre es un flagelo que no conoce de fronteras. Aunque sean mayores los números en naciones pobres, también habrá ciudadanos de países desarrollados que se verán atormentados por la ausencia de alimentos. Pero parece que no es una prioridad. Mientras la población crece y el cambio climático pasa la factura a los productores agrícolas, los líderes de las naciones poderosas obvian la necesidad de organizar los esfuerzos y recursos que le permitan a la humanidad alimentarse.