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EDITORIAL


El espejo chileno

La crisis de financiamiento de la educación chilena llama a reflexión sobre este punto que se suma, en nuestro caso, al de la calidad de la formación preuniversitaria

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 30 agosto, 2011


Editorial


Durante los últimos 20 años, Chile se ha consolidado como uno de los países más exitosos de América Latina. Su economía es la segunda con mayor crecimiento en la región, sus exportaciones de cobre sobrepasan los $3.700 millones al año y ocupa el puesto 45 en el mundo en Desarrollo Humano, de acuerdo con datos del PNUD.

Sin embargo, una fractura de su modelo de educación superior y de su financiamiento tiene a este país en una fuerte crisis, que lleva más de tres meses y tiene al presidente Sebastián Piñera con la popularidad por el suelo.

Y es que el movimiento estudiantil en Chile, además de multitudinarias marchas y huelgas, tiene el apoyo del 80% del país, de acuerdo con sondeos realizados por medios locales.

La propuesta de la Federación de Estudiantes de Chile al gobierno es que el Estado de Chile asegure una educación superior gratuita y de calidad. Sin embargo, el gobierno de Piñera insiste en que la gratuidad de la educación universitaria no es posible para todos y promete aumentar la cantidad de becas y ayudas y una reducción de intereses en los préstamos para la educación.

Sin embargo, son esos mismos créditos los que ahogan a miles de familias chilenas que no pueden costear la educación universitaria de sus hijos, los cuales se graduarán al final con una gran deuda por pagar y sin una seguridad de empleo.

Ante esta realidad chilena, en Costa Rica debemos mirar desde muy cerca nuestro sistema para no cometer los mismos errores o enmendar los que ya sufrimos.

La educación es un área que se debe revisar constantemente. Una preparación de calidad en las etapas primaria y secundaria es fundamental para que todos los jóvenes, del sistema público o privado, estén en igualdad de condiciones para ingresar a las universidades públicas y para optar a becas.

Al mismo tiempo la cantidad de becas y ayudas del Estado deben canalizarse de modo que quienes realmente las necesiten puedan gozar de ellas y el día de mañana puedan aportar al país con su preparación profesional.

Asimismo, la problemática del financiamiento a través de créditos debe mantenerse, pero como una posibilidad y no como una condena a las familias y los estudiantes, pues esos fondos que se devuelven son los que financiarán a más jóvenes.

Y es que si en algo están en lo correcto los estudiantes chilenos es en que la educación no es un tema individual, sino de toda la sociedad en su conjunto. La educación es y siempre será la que nos ayude a avanzar como país.










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