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¡El día de la saeta!

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 18 febrero, 2008




¡El día de la saeta!

Alfredo Di Stéfano fue homenajeado a lo grande en Madrid

Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net y EFE

Jugaba en Huracán de Argentina, cuando en Costa Rica se iniciaba la revolución del 48; era rápido y goleador pero escaso de técnica. Este fundamento del fútbol se lo enseñó Adolfo Pedernera, cuando en 1949, Alfredo Di Stéfano llegó a Colombia a jugar con el Millonarios.
No en vano, a Pedernera lo conocieron como “El Maestro”.
Fue la época dorada del fútbol colombiano que fichó a los mejores futbolistas del mundo y como Costa Rica también los tenía, allá se fueron más de 15 jugadores costarricenses a codearse con lo más selecto del planeta.
¡Oh tiempos aquellos!
Y pensar que nunca fuimos a un Mundial.
¡Claro!
Era calidad, no cantidad.
Contaba la semana anterior el legendario entrenador y ex portero colombiano Gabriel Ochoa, ex compañero de Di Stéfano en el Millonarios de Bogotá, que Adolfo le enseñó al argentino a ubicarse y a tener un mejor panorama del campo y eso, con el paso del tiempo, le permitió “ser más grande que Pelé y Maradona”.
“Respetando mucho lo que era Pelé, un jugador espectacular y las genialidades de Diego, muy prolijo con la pelota en sus pies, Di Stéfano tenía la espectacularidad del brasileño y la magia del argentino, pero además era polifuncional y rendía en la posición que lo ubicaran”, agregó Ochoa.
Millonarios fue invitado a jugar en las bodas de oro del Real Madrid y el entonces presidente del club merengue, Santiago Bernabéu puso el ojo en Di Stéfano. Millonarios venció al Real 4-2 y Alfredo marcó
dos goles. Este fue el pasaporte para la “Casa Blanca”. Con el Real Madrid, Di Stéfano se convirtió en un goleador de talla mundial y ganó cinco Copas de Europa.
Ayer Alfredo Di Stéfano vivió su gran día. El mejor jugador de la historia del Real Madrid, el inventor del fútbol moderno recibió el agasajo de todo el mundo del fútbol, en un homenaje al que se sumaron representantes
del mundo de la política, del deporte y del espectáculo.
Abrumado por tantas muestras de afecto y, sobre todo, por la presencia de compañeros y amigos que llegaron de todas las partes del mundo, Di Stéfano fue genio y figura en ese “partido”, con dos tiempos (Premio UEFA y el descubrimiento de una estatua en el estadio de Valdebebas), como él definió.
“La saeta rubia” bromeó con el castellano de Michel Platini, el presidente de la UEFA, que se esforzó por leer en español el discurso en honor de un futbolista al que admiró y que, como entrenador, fue el primero que quiso sacarlo de Francia, cuando era técnico del Valencia.
Di Stéfano agradeció todos los agasajos y habló con el corazón, saltándose a menudo el discurso escrito y arrancando los aplausos y la sonrisa al auditorio: “Me parece que se han pasado. Siempre se dice lo mismo; no me lo merezco, pero lo trinco”.
A Platini le agradeció que se desplazase a Madrid para entregarle un premio que solo tienen Jacques Delors, artífice de la Unión Europea, el italiano Paolo Maldini y el británico Bobby Robson. “Es muy importante para mí, porque me ha evitado el viaje en avión. Gracias por dejarme jugar el partido en casa”, afirmó, arrancando los aplausos del auditorio.
No faltó casi nadie. Estuvieron el tenor español Plácido Domingo y el cantante argentino Alberto Cortez, dos invitados que le hicieron especial ilusión, un compañero de toda la vida, Raymond Kopa, y un rival con el que protagonizó partidos memorables, el portugués Eusebio.
También estuvo Zinedine Zidane, un “grande” por el que Di Stéfano siente especial predilección, que prefirió alejarse de los focos.
La plantilla del Real Madrid tampoco faltó cuando se descubrió la estatua del más grande de la historia del club.






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