El desayuno

Conforme nos alejamos de ser una economía agrícola para convertirnos en una de servicio y más sedentaria, el desayuno también se modifica, ya no requerimos de la gran cantidad de calorías a las 4 de la mañana coronadas con un trozo de carne y una cama de gallo pinto, arropado por deliciosas tortillas y decorado con un par de huevos fritos.
Las corrientes de comida saludable nos hablan ahora de un balance nutricional con propuestas en las que se ven menos opciones saturadas de grasa.
Los desayunos hablan de cada pueblo y lo representan, para convertirse en ventanas que al asomarse a ellas nos ayudan a conocerlos y observar su interior.
En el Caribe no es extraño ver un desayuno compuesto de verduras, pescado frito y ¡una bebida a base de maní!
Vemos así cómo nuestras costumbres poco a poco van modificándose y es interesante saber que estas han cambiado muchísimo desde la llegada de los españoles.
Antes de ese suceso en tierras americanas no se consumían lácteos, consecuentemente no había ni mantequilla, ni queso, ni pan, ni azúcar, ni casi nada de lo que hoy compone un desayuno que consideramos típico.
No teníamos tampoco arroz, ni el café que forma parte de nuestra cultura contemporánea, y para rematar ni siquiera el huevo, pues las gallinas las trajo Cristóbal Colón en su segundo viaje (hay récord de que las gallinas chilenas, las araucanas, son de origen polinesio).
¡Buen provecho y hasta la próxima semana!