El desastre de la Caja
| Miércoles 05 octubre, 2011
El desastre de la Caja
La Caja Costarricense de Seguro Social viene sufriendo un deterioro progresivo no solo en la prestación de sus servicios sino también en su infraestructura e inclusive en el régimen de pensiones que opera. La falla es sistémica sin que se salve casi ningún aspecto de su gestión. Los ejemplos abundan, pero mencionaré algunos que han sido ya analizados extensamente.
Las listas de espera siguen siendo una pesadilla para los pacientes y a pesar de los esfuerzos institucionales para resolverlas aumentando los especialistas, permitiendo cirugías vespertinas, aumentando el número de Ebais, etc., van en aumento, obligando a los asegurados a recurrir cada vez en mayor número a los servicios privados que han proliferado debido al casi imposible acceso a los de la CCSS.
Las citas para cirugías electivas se dan a plazos cada vez más prolongados, situación por demás peligrosa para la salud de los asegurados. La CCSS cuenta con solo dos aceleradores lineales para el tratamiento del cáncer, que fallan con frecuencia, teniendo que recurrir a servicios privados, que no fallan, pudiendo tener 6 o 7 aceleradores si utilizaran los $64 millones que tiene en bancos provenientes del ya fallecido Instituto contra el Cáncer.
El retraso para la reconstrucción del edificio que se incendió en el Hospital Calderón Guardia institución líder en prestación de servicios de calidad y acceso. El acceso no oportuno a la salud ha hecho florecer los servicios privados como alternativa para los asegurados y la CCSS debería evaluar la compra de algunos de estos servicios, especialmente para situaciones que requieren atención a corto plazo.
El modelo de gestión de clínicas como la de Pavas, Coronado, Santa Ana, Escazú, por mencionar algunas, debería fortalecerse y extenderse, dándoles capacidad resolutiva permitiéndose un pago si se quiere simbólico en algunos casos para evitar la policonsulta.
Existen muchos aspectos en donde puede haber mejoría en el acceso a los servicios pero requieren un cambio de mentalidad, pues se necesita apertura a nuevas opciones ya existentes.
Otros factores llevaron a la CCSS a situación de peligro. La contratación de mas de 11 mil empleados nuevos en corto tiempo, y un aumento desproporcionado en los salarios, crearon un nivel de insostenibilidad financiera a la institución, obligando al Estado a cubrir el faltante por este año y los tres siguientes con sumas que rondan los ¢3 mil millones, carga que sin duda alguna pesará sobre las finanzas del Estado, que tendrá que ver cómo paga sus deudas como lo hacemos todos los contribuyentes, con efectivo.
Pero más importante aun es poner en claro la responsabilidad de los conductores de políticas fuera de razón que nos han llevado a esta situación. Se debe exigir dar cuentas a los niveles superiores de la administración, en especial Presidentes Ejecutivos y Juntas Directivas de las políticas desacertadas y peligrosas. Tiene que haber culpables de tanto desacierto y no puede quedar impune semejante desastre.
Finalmente, se dejó por fuera a la Dra. Avila, exministra de Salud, olvidándose que era la Rectora del Sector, en políticas de salud y garante de la dirección, acceso y calidad de los servicios, pues tienen un impacto directo sobre la salud pública. Se le ignoró y su renuncia fue acertada y decorosa.
Dr. Rogelio Pardo Evans
La Caja Costarricense de Seguro Social viene sufriendo un deterioro progresivo no solo en la prestación de sus servicios sino también en su infraestructura e inclusive en el régimen de pensiones que opera. La falla es sistémica sin que se salve casi ningún aspecto de su gestión. Los ejemplos abundan, pero mencionaré algunos que han sido ya analizados extensamente.
Las listas de espera siguen siendo una pesadilla para los pacientes y a pesar de los esfuerzos institucionales para resolverlas aumentando los especialistas, permitiendo cirugías vespertinas, aumentando el número de Ebais, etc., van en aumento, obligando a los asegurados a recurrir cada vez en mayor número a los servicios privados que han proliferado debido al casi imposible acceso a los de la CCSS.
Las citas para cirugías electivas se dan a plazos cada vez más prolongados, situación por demás peligrosa para la salud de los asegurados. La CCSS cuenta con solo dos aceleradores lineales para el tratamiento del cáncer, que fallan con frecuencia, teniendo que recurrir a servicios privados, que no fallan, pudiendo tener 6 o 7 aceleradores si utilizaran los $64 millones que tiene en bancos provenientes del ya fallecido Instituto contra el Cáncer.
El retraso para la reconstrucción del edificio que se incendió en el Hospital Calderón Guardia institución líder en prestación de servicios de calidad y acceso. El acceso no oportuno a la salud ha hecho florecer los servicios privados como alternativa para los asegurados y la CCSS debería evaluar la compra de algunos de estos servicios, especialmente para situaciones que requieren atención a corto plazo.
El modelo de gestión de clínicas como la de Pavas, Coronado, Santa Ana, Escazú, por mencionar algunas, debería fortalecerse y extenderse, dándoles capacidad resolutiva permitiéndose un pago si se quiere simbólico en algunos casos para evitar la policonsulta.
Existen muchos aspectos en donde puede haber mejoría en el acceso a los servicios pero requieren un cambio de mentalidad, pues se necesita apertura a nuevas opciones ya existentes.
Otros factores llevaron a la CCSS a situación de peligro. La contratación de mas de 11 mil empleados nuevos en corto tiempo, y un aumento desproporcionado en los salarios, crearon un nivel de insostenibilidad financiera a la institución, obligando al Estado a cubrir el faltante por este año y los tres siguientes con sumas que rondan los ¢3 mil millones, carga que sin duda alguna pesará sobre las finanzas del Estado, que tendrá que ver cómo paga sus deudas como lo hacemos todos los contribuyentes, con efectivo.
Pero más importante aun es poner en claro la responsabilidad de los conductores de políticas fuera de razón que nos han llevado a esta situación. Se debe exigir dar cuentas a los niveles superiores de la administración, en especial Presidentes Ejecutivos y Juntas Directivas de las políticas desacertadas y peligrosas. Tiene que haber culpables de tanto desacierto y no puede quedar impune semejante desastre.
Finalmente, se dejó por fuera a la Dra. Avila, exministra de Salud, olvidándose que era la Rectora del Sector, en políticas de salud y garante de la dirección, acceso y calidad de los servicios, pues tienen un impacto directo sobre la salud pública. Se le ignoró y su renuncia fue acertada y decorosa.
Dr. Rogelio Pardo Evans