El desarrollo verde en América Latina y la cumbre del clima
| Miércoles 16 diciembre, 2009
El desarrollo verde en América Latina y la cumbre del clima
El desenlace de la Cumbre de Copenhague es trascendente para América Latina. Si bien todo indica que un acuerdo vinculante sobre metas de emisión no se firmará hasta el próximo año en Ciudad de México, hay muchas decisiones en juego para la región. Estas incluyen las compensaciones para evitar la deforestación, las transferencias tecnológicas, el financiamiento de las reducciones de gases de efecto invernadero y para la adaptación al cambio climático.
Las dos economías más grandes de la región han desarrollado ambiciosas metas y son líderes en políticas sobre el clima: Brasil se centró en reducir la deforestación y México, en la puesta en marcha de su “Programa Especial sobre Cambio Climático”, un modelo integral de desarrollo con bajas emisiones de carbono. Costa Rica, en tanto, es pionero mundial en un sistema de pago a los propietarios de las tierras por la conservación de los bosques.
La realidad es que la región genera tan solo el 6% de los gases de efecto invernadero del mundo, o el 13% si se toman en cuenta la deforestación y la agricultura. El nivel relativamente bajo de emisiones de América Latina se debe en gran medida a un extendido uso de energía limpia a través de centrales hidroeléctricas.
El sector de energía de la región genera un 40% menos emisiones de dióxido de carbono por unidad de energía (intensidad de carbono) que el mundo en su conjunto. Estas emisiones son un 74% inferiores a las de China e India, y un 50% inferiores al promedio de los países en desarrollo.
De hecho, la región ya está a la vanguardia del crecimiento con bajos niveles de emisiones. No obstante, se prevé que esta situación cambie en los próximos 25 años, a medida que se extiendan los sectores de transporte e industria. Tomar medidas ahora para avanzar hacia una expansión de la energía renovable le garantizará su lugar entre las regiones pioneras en un desarrollo con baja intensidad de carbono.
Siendo una de las regiones más ricas en biodiversidad y que aloja un tercio de la biomasa forestal del mundo, América Latina asume la responsabilidad en la conservación y protección de los recursos naturales que ayudan a capturar carbono y preservar las cuencas hidrográficas.
Pero los países ricos también deben ayudar a los países en desarrollo a financiar los costos de la adaptación a los efectos del cambio climático. Según los estudios realizados por el Banco Mundial, hacia el año 2020 estos costos oscilarían entre US$16 mil millones y US$19 mil millones anuales.
La región es una víctima del cambio climático. En los Andes, los glaciares tropicales se están retrayendo a un ritmo tal que algunos podrían desaparecer en diez o 20 años. Aparte de los efectos en las laderas orientales de los Andes (la zona de mayor diversidad biológica del mundo), la desaparición de los glaciares tendrá efectos económicos enormes para los residentes más pobres de la región.
Hay mucho en juego en Copenhague para América Latina. Si se logran avances considerables, habrá bastante terreno ganado para que se adopte un tratado legalmente vinculante en la próxima cita mundial en 2010 en México. Un resultado como ese sería un gran paso adelante para el mundo y una poderosa señal del liderazgo por parte de América Latina.
Laura Tuck
Directora de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe del Banco Mundial
El desenlace de la Cumbre de Copenhague es trascendente para América Latina. Si bien todo indica que un acuerdo vinculante sobre metas de emisión no se firmará hasta el próximo año en Ciudad de México, hay muchas decisiones en juego para la región. Estas incluyen las compensaciones para evitar la deforestación, las transferencias tecnológicas, el financiamiento de las reducciones de gases de efecto invernadero y para la adaptación al cambio climático.
Las dos economías más grandes de la región han desarrollado ambiciosas metas y son líderes en políticas sobre el clima: Brasil se centró en reducir la deforestación y México, en la puesta en marcha de su “Programa Especial sobre Cambio Climático”, un modelo integral de desarrollo con bajas emisiones de carbono. Costa Rica, en tanto, es pionero mundial en un sistema de pago a los propietarios de las tierras por la conservación de los bosques.
La realidad es que la región genera tan solo el 6% de los gases de efecto invernadero del mundo, o el 13% si se toman en cuenta la deforestación y la agricultura. El nivel relativamente bajo de emisiones de América Latina se debe en gran medida a un extendido uso de energía limpia a través de centrales hidroeléctricas.
El sector de energía de la región genera un 40% menos emisiones de dióxido de carbono por unidad de energía (intensidad de carbono) que el mundo en su conjunto. Estas emisiones son un 74% inferiores a las de China e India, y un 50% inferiores al promedio de los países en desarrollo.
De hecho, la región ya está a la vanguardia del crecimiento con bajos niveles de emisiones. No obstante, se prevé que esta situación cambie en los próximos 25 años, a medida que se extiendan los sectores de transporte e industria. Tomar medidas ahora para avanzar hacia una expansión de la energía renovable le garantizará su lugar entre las regiones pioneras en un desarrollo con baja intensidad de carbono.
Siendo una de las regiones más ricas en biodiversidad y que aloja un tercio de la biomasa forestal del mundo, América Latina asume la responsabilidad en la conservación y protección de los recursos naturales que ayudan a capturar carbono y preservar las cuencas hidrográficas.
Pero los países ricos también deben ayudar a los países en desarrollo a financiar los costos de la adaptación a los efectos del cambio climático. Según los estudios realizados por el Banco Mundial, hacia el año 2020 estos costos oscilarían entre US$16 mil millones y US$19 mil millones anuales.
La región es una víctima del cambio climático. En los Andes, los glaciares tropicales se están retrayendo a un ritmo tal que algunos podrían desaparecer en diez o 20 años. Aparte de los efectos en las laderas orientales de los Andes (la zona de mayor diversidad biológica del mundo), la desaparición de los glaciares tendrá efectos económicos enormes para los residentes más pobres de la región.
Hay mucho en juego en Copenhague para América Latina. Si se logran avances considerables, habrá bastante terreno ganado para que se adopte un tratado legalmente vinculante en la próxima cita mundial en 2010 en México. Un resultado como ese sería un gran paso adelante para el mundo y una poderosa señal del liderazgo por parte de América Latina.
Laura Tuck
Directora de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe del Banco Mundial