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El desafío de evolucionar

EFE | Jueves 02 agosto, 2012




El desafío de evolucionar

¿Cuál es la urgencia de cambio en su equipo y qué cualidades deberían tener sus dirigentes o técnico para resolverla? El liderazgo puede entenderse, en parte, como la capacidad de brindar en forma correcta y en el momento oportuno lo que otros necesitan. Hay personas con habilidad para evolucionar sus propias habilidades y por ello son vigentes largos periodos; otros solo funcionan bien en una etapa de desarrollo del equipo.
Cuando se selecciona un técnico, por ejemplo, se consideran dos factores: la prioridad de ese equipo y el potencial de los candidatos para enfrentarla. Ante la premura de definir un rumbo, imprimir una visión que energice a sus miembros o de crear caminos para salir de una crisis, los intuitivos e innovadores serán excelentes candidatos. Aportarán imaginación e inspiración hacia el futuro.
En cambio, si esa visión ya existe y lo apremiante es convertirla en realidad, las personas con vocación para ejecutar harán relucir su liderazgo. Son excelentes en implementación y apasionadas por los resultados, por el corto plazo y el cumplimiento de metas. Su meticulosidad crea la confianza de que lo prometido se concretará.
Si se padece de relaciones complicadas entre sus miembros, ¿a quién conviene designar como líder? Aquí aparecen los afiliativos, con un liderazgo que sana heridas, congenia intereses y crea sinergias. Su inclinación hacia las personas inspira ambientes sanos y motivadores. Claro, si se obsesionan en alcanzar los máximos niveles de convivencia podrían descuidar la productividad.
Hay otras categorías de líderes, por supuesto. Ahora, si nos quedamos con los intuitivos, ejecutores y afiliativos, ¿hacia cuál tiende usted más y cuánto coincide con lo que su equipo requiere en este momento? Todos poseemos un poco de cada cualidad, pero si exageramos una o dependemos solo de ella, ponemos en riesgo nuestra posición al pasar de ser “héroes” (al catalizar cambios) a “camisas de fuerza” (al estancarnos).
Las organizaciones que alcanzan la “altura” de sus líderes se estancan si estos dejan de crecer; el liderazgo no es para todo ni para siempre. Su vigencia dependerá de la capacidad para “leer” lo que el equipo requiere en el futuro inmediato y de la habilidad para desplegar nuevas capacidades. También es sabio crecer en humildad, aceptando la ayuda de otros que complementarán nuestras capacidades para mantener el sólido crecimiento del equipo.

German Retana
german.retana@incae.edu







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