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El chador

Leopoldo Barrionuevo leopoldo@amnet.co.cr | Sábado 03 noviembre, 2007


El mundo occidental se va convirtiendo en un matriarcado y mientras en otras latitudes sigue predominando el velo o chador, para nosotros apenas es un tango de Piazzolla.

El matriarcado fue la primera organización de la historia en tiempos en que no existía la monogamia (ahora como que tampoco) y los padres no eran identificables, así como las especies de Discovery Channel, y es que la mujer va ganando o reclamando su lugar en la política y en la sociedad y a diferencia de los atenienses de Aristófanes en Lisístrata, no lo reclaman desde el lecho, sino desde la tribuna.

Deben ser peligrosas porque los árabes apenas dejan ver sus ojos y temen y castigan el adulterio, más allá de toda razón; para nosotros, ya han pasado por el panorama de aceptarlas algunas muy peligrosas, como Margaret Thatcher “la dama de hierro” a quien los esbirros de Galtieri no supieron vaticinar su reacción en la guerra de las Malvinas; nunca olvidaré que por entonces se decía que no respondería porque era una mujer. Se habían olvidado de Evita y del pánico que siempre les produjo.

Los descendientes de españoles e italianos hemos echado un velo al pasado en el que las hijas mujeres de más de 25 años, se convertían en solteronas o en monjas. Los españoles las sufrieron durante la Guerra Civil, hasta entonces, las mujeres nacían para parir y para satisfacer al macho, por lo general en medio de una frigidez digna de mejores causas y en el mejor de los casos eran maestras.

Siguiendo los principios bíblicos, cuando una madre de numerosos hijos se agostaba antes de los 40 años o moría en el intento de parir una vez más, los viudos casi sin pedir permiso, desposaban a la cuñada más joven.

Y bien, los tiempos cambiaron: demasiadas mujeres han conmovido la política con su intromisión en las altas esferas, a saber Indira Gandhi, Golda Meir en el pasado y en nuestros países Michelle Bachelet, Hillary Clinton, Mireya Moscoso y ahora Cristina Fernández, nueva presidenta de Argentina. Se puede aducir que este caso se debe a la posición de su marido pero no hay que descuidar un hecho si le sumamos a Elisa Carrió: siete de cada diez argentinos votaron por una mujer.

Mientras tanto, en el resto de países los hombres están preocupados y creo que desde ahora puede elaborarse un ranking de países machistas en los cuales las mujeres están lejos del poder o bien cerca, pero en un papel secundario. Y no hay que ser discípulo de Freud para inferir que los comentarios de los hombres son dolorosos cuando no ofensivos: la mujer no sabe manejar, es poco inteligente y muchas otras cosas que omito y cuyo objetivo es ponerse a la defensiva.

Incluso en Costa Rica fue necesario establecer una participación obligada para que las mujeres puedan postularse en política. Sin comentarios.

En este periódico, sin más, la voz femenina compite con Alberto Cañas, con Alvaro Madrigal y con Arnoldo Mora en escribir las cosas con crudeza, ironía y agresividad y han traído un aire fresco del que otros medios impresos carecen.

Pero de ahí a una presidenta mujer hay un abismo que demorará años en cruzarse: los suficientes para que sepamos quién es quién y cuáles son los países más atrasados que merecen un chador, solo entonces dejaremos de lado los nerviosos chistes sobre las mujeres, incluso el más famoso y maldito que dice que si no jode es hombre.

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