El arte del engaño
Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 24 enero, 2014
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La política costarricense en lugar de perfeccionar el arte del engaño debería preocuparse más por unir fuerzas para el bien común
Entre cielo y tierra
El arte del engaño
La campaña electoral 2014 ha sido una gran escuela de democracia para Costa Rica. Hemos visto que aún no tenemos la madurez para discutir ideas políticas sin llegar a descalificar a los contrincantes con golpes que se dirigen a la persona en lugar de ir a debatir argumentos.
Hasta cierto punto es entendible debido a la baja calidad de nuestra educación, y ojo que no me refiero al adiestramiento, lo cual ha sido en lo que terminó convirtiéndose nuestro sistema académico.
Nos falta carácter como nación para encontrar nuestras propias soluciones, para investigar, profundizar, analizar las problemáticas y encontrar la forma de resolver nuestros asuntos sin copiar remedios fuera de contexto.
El vacío es abismal, y sorprende de una sociedad con una infraestructura universitaria tan amplia. Los centros de estudio aparte de organizar algunos debates, han tenido un papel reducido, y relegado, en momentos en que la ciudadanía tiene una gran sed por entender lo que está sucediendo.
Sin ningún temor se puede decir que este proceso ha tenido resultados sorpresivos. No por el hecho de que un partido casi desconocido surgiera de la noche a la mañana, sino por la reacción del pueblo y su gran reclamo hacia los políticos “tradicionales”.
La política costarricense en lugar de perfeccionar el arte del engaño debería preocuparse más por unir fuerzas para el bien común.
Han sobresalido también en la actual campaña las luchas partidarias por encima de la atención de las duras coyunturas que enfrenta el país.
El debate sobre el déficit fiscal, la pobreza, la educación, la parálisis en infraestructura, ha sido superfluo y escaso.
Las rencillas ideológicas, los espantapájaros, y las acusaciones a dedo son el tenor de este proceso electoral. Sin embargo, así no se logrará construir un país, pues no existen visiones compartidas, proyectos conjuntos, ni necesidades comunes.
Por su lado, los partidos políticos de manera calculada esperan hasta para anunciar a sus respectivos gabinetes, como maquinarias de politiquería y servilismo, lejanas de ser centros de estudio de la realidad nacional.
Así cada quien luchando por sus intereses es como en Costa Rica pretendemos salir para adelante y competir en un mundo más duro.
Lo que nos espera es una nación más sectaria, donde cada grupo lucha por sus beneficios sin importar que en términos generales se esté condenando el bienestar de aquellos que hoy no tienen esperanzas.
Luis Alberto Muñoz
@luisalberto_cr
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