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FORO DE LECTORES


El TCU, ¿un mecanismo necesariamente presencial para cumplir con su finalidad?

David Josué Sánchez Grey. redaccion@larepublica.net | Jueves 12 mayo, 2022

David Josué Sánchez Grey

David Josué Sánchez Grey

Estudiante de las carreras de Derecho y Economía

Universidad de Costa Rica

Pasados los días “fuertes” de pandemia, aunque vale aclarar que seguimos viviendo sobre este fenómeno salúbrico, la presencialidad ha vuelto paulatinamente y cada vez está más cercana a retornar en su totalidad, por lo cual es momento de cuestionarnos si las condiciones de confinamiento y aislamiento social, que la emergencia sanitaria por la COVID-19 provocó, nos dejaron cosas buenas, ¿no?

Ciertamente las situaciones pasadas y el peligro a la salud física que representó el virus pandémico, así como su afectación a nivel mental, no han sido un mal menor, pero como dice la canción, “No hay mal que por bien no venga”, y he llegado a la conclusión, desde mis neuronas, que la virtualidad es un bien que nos trajo la coyuntura actual y que llegó para quedarse.

La implementación de la virtualidad en pandemia ha dejado ver que su mayor atractivo radica en las facilidades que ofrece para personalizar las dinámicas en las que se desarrolla una reunión, dado que ahora se pueden adecuar a las necesidades y preferencias de cada persona y a todo tipo de comunidades, por la posibilidad del acceso a esta desde lo que puede ser el sillón de la casa, hasta un café o escritorio.

Tal así, la conexión virtual ha dejado aprendizajes iguales o más importantes de lo que han dejado los momentos presenciales en el -muy odiado entre mis conocidos, vale decir- Trabajo Comunal Universitario (TCU).

Soy fiel testigo de que la implementación de reuniones por diversas plataformas me ha permitido como miembro del proyecto TC-505, impartido por profesores de la Universidad de Costa Rica (UCR), conocer desde la comodidad de mi casa a gente increíble, lo cual me ha ayudado a entender que la presencialidad y la movilidad no siempre son la mejor opción cuando de estar “conectados” y conocer a nuevas personas se trata.

El TCU dicho, que tiene como objetivo promover la salud mental desde un enfoque de derechos humanos a través de la implementación de estrategias a nivel preventivo, rehabilitativo y promocional, las cuales fomenten los estilos de vida saludable, incorporando el trabajo de la población estudiantil de forma interdisciplinaria en distintas instituciones y poblaciones, logró a cabalidad el destacado desafío para la profesora y estudiantes a cargo de realizar sus actividades de manera virtual.

Con esta modalidad, fue posible dar a los adultos mayores (la comunidad en la cual se centra este trabajo comunal) la opción de implementar un acercamiento directo al uso de técnicas de orientación a la realidad, de estimulación cognitiva utilizando recursos virtuales y actividades manuales, el uso de la música y el movimiento a nivel terapéutico, desde la perspectiva de estudiantes de carreras de Psicología, Medicina, Derecho, Emergencias Médicas, Ciencias del Movimiento, entre otras.

La posibilidad de que la virtualidad se convierta en un lugar seguro del cual se puedan generar espacios iguales o mejores que los presenciales significa que las personas reales podemos hablar sobre las realidades de cada una sin contacto físico, pues aún sin la conexión física, las personas desde la virtualidad no están desconectadas de la realidad existente.

Por sí misma la computadora, el teléfono, tabletas y demás artefactos tecnológicos, abren un mundo de interacción poco regulado y conocido, del cual surgen necesidades en temas como el cuido de la salud mental, la ciberseguridad o la libertad de expresión. Es por esto por lo que se hace necesario no solo adaptar a la virtualidad los proyectos de trabajo comunal originados de manera presencial, sino pensar en otros que den soporte a la población en los espacios digitales.

Definitivamente, el uso de las tecnologías digitales es parte de nuestro día a día y desde la labor social y académica, debemos buscar cómo convivir con esta realidad y así aprovechar las oportunidades y desafíos que nos presenta, ya que es un mecanismo abierto a compatibilizar la vida educativa, laboral y familiar, siendo así la vía remota una posibilidad más de interactuar y aprender desde diversas plataformas, el cual estando aún pendiente de valorarse en su totalidad, ya brinda beneficios como la flexibilidad, la autonomía, nuevas comprensiones y la colaboración de diferentes profesionales, beneficios los cuales son aplicables a toda la población.






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